*Por Clara Affranchino
El pasado 1 de octubre fue histórico para la comunidad autónoma de Cataluña ya que se celebró un referéndum, de carácter ilegal según el Tribunal Constitucional de España, donde el “Sí” por la independencia ganó con un 90% por sobre el “No” de las 2.3 millones de personas que fueron a votar (el 40% del padrón). Rápidamente se produjo un despliegue de fuerzas policiales que reprimieron tal acto dejando aproximadamente unas 900 personas heridas.
Incluso el rey Felipe VI respondió al suceso con un breve discurso donde acusó a la región de deslealtad hacia el gobierno español, y realizó un pedido de mediación a la comunidad internacional.
La región es una de las 17 comunidades autónomas que integran el Reino de España. Cuenta con su propia propia fuerza policial mejor conocida como los Mossos d’Esquadra, una lengua cooficial junto con el castellano, una bandera, su propio líder en la figura de Carles Puigdemont e incluso tiene un Parlamento. También cuenta con un órgano regulador de las telecomunicaciones y oficinas de representación en el extranjero que funcionan como “embajadas.
Sin embargo, aún depende de Madrid para la gestión de las fronteras, las aduanas, el Banco Central, una agencia de recaudación de impuestos, una oficina de relaciones internacionales apropiadas, oficinas de control aéreo y defensa. Por lo que, si se proclama como una nueva República, deberá reestructurarse creando nuevas administraciones públicas, lo cual conlleva un importante costo.
En cuanto a su economía, es cierto que Cataluña es más rica que otras regiones de España. Representa al 19% del PBI y el 25% de las exportaciones del país, y es un gran centro turístico, posicionándose como uno de los más visitados del país. La región alberga una importante industria química, mientras que el puerto de Barcelona gestiona importantes volúmenes, ubicándose dentro de los 20 principales puertos de la Unión Europea. No obstante, la región cuenta con una considerable deuda pública -un 35,3% de su PBI.
Si bien los orígenes del reclamo independentista tienen una larga trayectoria de más de 1000 años, la región reclama al gobierno español el pago de una alta cantidad de impuestos que no benefician a la región en particular.
El presidente de la Generalitat, proclamó el martes la independencia de Cataluña ante el Parlamento de la región, pero abogó por posponer los efectos de la misma por unas semanas. De esta manera, por un lado logra contentar a las fuerzas independentistas mientras evita la intervención de una autonomía. Ahora sí, Puigdemont busca el diálogo ante la presión de la comunidad internacional y del sector privado el cual amenaza con la fuga de empresas. Sin embargo, la independencia de la República catalana ya fue proclamada.
Mariano Rajoy, Primer Ministro español, le dio un plazo al Ejecutivo catalán hasta el jueves para definir si su ambigua declaración de independencia llega aconcretarse . En caso afirmativo, aplicará el artículo 155 de la Constitución a través de la cual puede tomar las medidas necesarias para suspender la autonomía.
Mientras tanto, las grandes empresas realizaron una huida masiva de Cataluña ante la incertidumbre jurídica que el proceso independentista implica. Algunas de ellas son la aseguradora Catalana Occidente, editorial Planeta, eDreams Odigeo, el grupo químico Indukern, entre otras. Por otro lado, los bancos también trasladaron sus sedes, implicando que sus aportes tributarios no irían para la región catalana.
En cuanto a la comunidad internacional, como era de esperarse, la Unión Europea se muestra opuesta al reclamo catalán e insta al diálogo para poner fin a la crisis. El FMI también expresó su preocupación por la situación catalana y se suma a los pedidos de diálogo entre el gobierno español y el de la comunidad autónoma para que la crisis de aquella región no se propague por el resto de Europa y contraiga una crisis de carácter económico para el resto de los países. Si la crisis política persiste, se podría traducir en una crisis en la inversión y en el consumo.
En este aspecto, Cataluña se encuentra en graves problemas, ya que no contaría con legitimidad internacional ante la falta de reconocimiento de su independencia y de apoyo en el proceso. Los principales Jefes de Estado se oponen rotundamente a la división española.
En el último tiempo, se han presenciado en el escenario internacional votaciones de la sociedad civil sobre temas muy delicados. Cuestiones sobre las cuales no hay vuelta atrás y profundizan la polarización dentro de la sociedad, ya que el voto por un “Sí” o un “No”, produce resultados de suma cero.
En el 2016 los británicos votaron en un referéndum por la permanencia en la Unión Europea. La votación no era para tomar a la ligera, sin embargo ganó el “No” en su mayoría por razones anti inmigratorias y consignó el famoso Brexit. Es hasta el día de hoy que aún el Reino Unido no sabe bien qué hacer ni cómo proceder en la salida de la Unión Europea.
La misma situación estamos presenciando con la independencia de Cataluña. Todo se define a un voto. Sin embargo, no vemos un plan concreto de acción que tenga lugar trasesa votación. Por supuesto que ambos casos muestran importantes diferencias pero ambos comparten el hecho de tener un fuerte impulso nacionalista. La votación es la parte fácil, el problema es qué hacer después con ese resultado. Se declara unilateralmente la independencia, ¿y ahora qué? ¿De qué sirve un Estado independiente si no cuenta con la legitimidad de la comunidad internacional?
Por otro lado, ¿qué pasará con el resto de los movimientos separatistas?[1] El efecto catalán es un efecto dominó que amenaza a todas aquellas regiones europeas que están buscando la misma oportunidad. No sólo a nivel continental es la amenaza, sino también a nivel local.
En medio de un escenario donde Emmanuel Macron busca la verdadera unión entre los europeos habiendo ganado un ballotage con un partido nacionalista de ultraderecha que nunca había obtenido tantos votos hasta el momento, una Angela Merkel que si bien continúa con un cuarto mandato, está amenazada en cierto sentido por el crecimiento del neonazismo en su país, y un Reino Unido que dentro de sus fronteras tiene una Escocia que insiste en independizarse (si bien en el último referéndum ganó el “No”) mientras que aún está tratando de resolver el resultado del Brexit, negociaciones que aparentemente se encuentran en un “punto muerto”.
¿Cómo volver hacia atrás cuando es tal el nivel de polarización dentro de la sociedad? ¿Quién debe ceder¿La independencia catalana junto con el Brexit están evidenciando el comienzo del colapso de la Unión Europea? ¿Habrá fallado definitivamente el proyector superador de los nacionalismos?
[1] Como por ejemplo, dentro de Europa, Escocia (Reino Unido), País Vasco (España), Flandes (Bélgica), Veneto y Padana (Italia), Chechenia (Rusia), entre otros.