Por Julia María Rubio (Licenciada en Relaciones Internacionales y Licenciada en Ciencias Políticas, UCA. Estudiante de Doctorado, Columbia University).
El domingo 5 de junio del presente año Pedro Pablo Kuczynki (PPK), de Peruanos por el Kambio (PPK), ganó la segunda vuelta electoral por la presidencia de Perú contra Keiko Fujimori con una diferencia de 0.12 puntos porcentuales. La victoria de PPK no sólo fue sorpresiva sino también la primera vez desde la caída del fujimorismo que quien hubiera sido segundo en la elección anterior no ganara la presidencia[1]. Sin embargo, PPK no es un outsider en la política peruana. El presidente electo ya había sido candidato en las elecciones de 2011 –resultando tercero, luego de Fujimori– y se había desempeñado en varios cargos públicos en la década de 1960 y desde el retorno a la democracia en 1980.
Su experiencia en gestión pública y su previa candidatura no le dieron a Kuczynki ventaja inicial en la carrera presidencial. Casi un mes antes de las elecciones generales, PPK se encontraba en cuarto lugar en intención de voto, lejos de toda posibilidad de ganar la elección. Pero la competencia liderada por Keiko Fujimori tuvo un sorpresivo golpe cuando el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) anuló las candidaturas de Julio Guzmán y César Acuña, quienes se encontraban en segundo y tercer lugar, respectivamente, en intención de voto. Fundados en el incumplimiento de leyes electorales, el JNE fue decisivo en la carrera presidencial y dejó a una Fujimori fuertemente parada frente a un cuarto candidato que apenas medía más del 10% de los votos[2].
Esta fuerte ventaja de Fujimori planteó grandes desafíos cuando la candidata fue acusada de entregar dinero a los votantes (razón por la cual Acuña había sido penalizado). Llamativamente, y pese a la severidad que se había tenido con Acuña, el JNE no condenó de la misma forma a Fujimori, dejándola permanecer en la carrera electoral y, para muchos (erróneamente), asegurando su victoria.
La segunda vuelta electoral es algo de esperar en cualquier elección presidencial peruana, ya que el Artículo N° 111 de la Constitución establece que el primer candidato debe obtener más de la mitad de los votos válidos para ser elegido presidente. Pero aun así, la incertidumbre reinó hasta el mismo día de la elección en cuanto a quién sería el candidato en llegar a competir con Keiko. De hecho, el segundo puesto se decidió por una diferencia de menos de un punto porcentual sobre los votos válidos –PPK: 20,05% y la candidata de izquierda, Verónika Mendoza, 19.13%–, ambos muy lejos del 39,87% que obtuvo Fujimori.
No era claro hasta ese entonces si la división de la oposición al fujimorismo se debía a diferencias ideológicas irreconciliables entre los seguidores de ambos candidatos, o al desconcierto por las medidas del JNE que hicieron difícil a los electores coordinarse estratégicamente. Lo cierto es que pese a la división de la oposición al fujimorismo y a la fortaleza inicial de Keiko, PPK había llegado en un mes a pelear una segunda vuelta electoral. Aun así, todas las apuestas iban en su contra.
La pregunta que surge inmediatamente es cómo hizo PPK para lograr en dos meses consagrarse como presidente del Perú. La razón se encuentra principalmente en un sistema partidario fragmentado –o para muchos incluso inexistente– y una candidatura con un “techo” marcado.
Las elecciones generales dejaron ya planteado cuál sería el Congreso que acompañaría al nuevo presidente. El mismo estaría compuesto por una mayoría absoluta de legisladores fujimoristas (68 de 130), 20 curules de PPK, 20 de Frente Amplio (partido de Mendoza), 12 del partido de Acuña (Alianza para el Progreso) y 5 curules para cada uno de los partidos más tradicionales que compitieron (Acción Popular y la alianza Apra-PPC).
Esta composición del congreso evidencia la fragmentación existente en el sistema de partidos peruano, pero también sorprende por ser la primera vez desde el gobierno de Alberto Fujimori que un partido obtiene la mayoría absoluta de los escaños. Ante esta situación, quedaron planteadas dos opciones: 1) una presidencia mayoritaria de Keiko (con todo lo que el retorno del fujimorismo al poder representa) y 2) una presidencia minoritaria de un candidato de derechas[3].
Si bien las encuestan daban por ganadora a Keiko[4], fueron las circunstancias políticas y la habilidad de PPK por convertir la segunda vuelta en una elección por SI o NO al fujimorismo lo que definieron la elección. Tan fuerte fue el rechazo al fujimorismo que pocos días antes de la elección Mendoza llamó a sus seguidores –la izquierda peruana– a votar por PPK. Las palabras de Mendoza: “Voy a votar en contra de la señora Fujimori, porque quiero un país con diginidad, con paz. (…) Por eso, para cerrar el paso al fujimorismo sólo queda marcar PPK”[5] evidencian lo fuerte que era la amenaza fujimoristas para los sectores opositores.
La estrategia de PPK fue también exitosa. Su buen desempeño en el debate presidencial y la acentuación del antifujimorismo en su discurso dejaron claro su postura en cuanto al fujimorismo, que había sido más laxa al principio de la campaña –por ejemplo, cuando declaró que otorgaría prisión domiciliaria a Alberto Fujimori[6]–. Finalmente, las crecientes protestas en contra a Keiko que culminaron con una masiva manifestación a pocos días de la elección[7], inclinaron la balanza a favor del candidato ya cerca de la línea de meta.
El margen de victoria fue más que estrecho. Recién cinco días luego de la elección Keiko Fujimori reconoció la victoria de PPK, aliviando el aire a desconcierto que habían generado los resultados tan ajustados. La victoria de PPK muestra a un país dividido por la mitad, polarizado, entre aquellos que apoyan al fujimorismo luego de 15 años de la caída de su líder fundador, y aquellos que lo relacionan con las atrocidades ocurridas durante los noventa. La dimensión izquierda-derecha ha quedado obsoleta en la segunda vuelta para marcar un clivaje en torno al fujimorismo. El desafío queda pendiente para un presidente con mayoría opositora en el congreso, que ganó con el apoyo de un partido ideológicamente alejado del suyo, y que deberá gobernar un país en desaceleración económica. Al final, parece que más que ganar PPK ha perdido el Fujimorismo.
[1] Todos los presidentes desde 2001 –Toledo, García y Humala– habían salido segundos en la elección anterior a obtener la presidencia.
[2] Ver http://rpp.pe/politica/elecciones/encuesta-datum-keiko-ppk-barnechea-y-mendoza-lideran-intencion-de-voto-noticia-944621
[3] Si bien PPK se ha definido como un candidato de centro (ver http://larepublica.pe/31-03-2015/yo-no-me-ubico-en-la-derecha-me-ubico-absolutamente-en-el-centro ), el candidato siempre fue asociado con ideología de derechas.
[4] Ver http://www.eleccionesenperu.com/encuestas-presidenciales-peru.php
[5] Ver https://youtu.be/BpyxJwsTVVY
[6] Ver http://larepublica.pe/politica/757422-youtube-ppk-dijo-que-firmara-ley-para-que-alberto-fujimori-cumpla-pena-en-su-casa
[7] Ver http://internacional.elpais.com/internacional/2016/06/01/america/1464756656_702590.html