Por Florencia Fuentes
Nigeria es el indiscutible líder africano en la producción de petróleo, siendo esto reflejado en las cuentas públicas. A pesar de que este sector contribuyó solamente al 9% del PBI nigeriano en 2020, las ventas de crudo representaron el 90% de los ingresos de divisas al país y aportaron un tercio de los ingresos presupuestarios del gobierno en el mismo periodo. Sin embargo, y a pesar de la extrema dependencia del estado nigeriano por los hidrocarburos, la nación de África Occidental ha presentado grandes dificultades para sostener y aumentar su producción de petróleo, siendo superada por Angola en varias ocasiones.

A pesar de que Nigeria tiene la capacidad de producir más de dos millones de barriles por día, su producción se ha alejado de estos números en varias oportunidades. En el año 2022, el país no ha podido alcanzar la cuota de 1,8 millones de barriles de la OPEP, produciendo 1,18 millones en agosto de este año.
Dentro de las múltiples causas que explican la fluctuación en la producción de crudo, el vandalismo y el robo masivo de petróleo caracterizan a Nigeria. Inclusive, el presidente de Shell Companies en este país, Osagie Okunbor, dijo que el robo de petróleo era uno de los motivos por los cuales Nigeria no podía cumplir con su cuota de la OPEP en el 2022, agregando que es una amenaza existencial para la industria del petróleo nigeriana.
Las interrupciones en la producción ocurren principalmente en el sur del país, donde se concentran las reservas de crudo: el Delta del Niger. Entre los incidentes de robo más destacados, se encuentra el caso del oleoducto Trans-Niger, el cual tiene la capacidad de transportar 180 mil barriles de crudo por día, representando alrededor del 15% de la cuota de la OPEP. Desde mediados de junio del 2022, este oleoducto no ha sido utilizado tras ser interceptado de forma ilegal en 150 lugares, aunque no ha sido cerrado formalmente según Bloomberg.
Al mismo tiempo, en esta región, diversos grupos no estatales han asaltado las infraestructuras del petróleo. Entre ellos, podemos destacar a los Vengadores del Delta del Niger que han realizado ataques a plataformas y oleoductos de multinacionales en respuesta a recortes en los pagos del programa de amnistía del presidente Buhari, llamando por una compensación a las comunidades locales que habitan una de las zonas más contaminadas del mundo.
De esta forma, la dependencia del petróleo mantiene al Estado nigeriano bajo una inestabilidad constante dependiente de las fluctuaciones del mercado. El robo de petróleo, permitido y fomentado desde las propias instituciones nigerianas, junto a los grupos paraestatales que buscan detener o ralentizar la producción de crudo permiten cuestionar la dependencia nigeriana del petróleo en un contexto global de búsqueda de alternativas energéticas a los hidrocarburos, para reemplazarlos por fuentes de energía más limpias. Al mismo tiempo, la inestabilidad en la producción nigeriana de crudo ha fomentado la desinversión y migración de compañías multinacionales.
Finalmente, la diversificación de la economía nigeriana no puede ser omitida y Nigeria no siempre ha sido dependiente del petróleo. De hecho, durante los 60, la agricultura representaba el 75% de los ingresos de divisas al país. Aunque hoy podemos pensar en otros sectores como las TIC, las cuales se vieron impulsadas por la pandemia del COVID-19.
Edición Matías Ariel Bonaparte