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Las des-ventajas de ser invisible.

Actualizado: 20 sept 2022

Por Florencia Ruz

 

Comenzando este 2022, podemos afirmar que existe un auge en la concientización, el análisis y la investigación sobre las problemáticas de género. Con el transcurso de los años, debido al interés social sobre las cuestiones de género, esta temática fue ganando cada vez más lugar en diversos ámbitos como los medios de comunicación, el arte, la educación, las políticas públicas y el discurso político. Si bien este avance no ha sido una simple ilusión -como dan cuenta la Ley 24.012 de Cupo Femenino, Ley 24.476 de Jubilación para Amas de Casa, entre otros-, todavía nos queda un largo camino por recorrer en cuestiones de conquista y reconocimiento de derechos.


La pandemia fue un disparador de problemas previos subyacentes que no hemos sido capaces de resolver; Uno de los que más se hizo resonar en la voz de todas y todos, fue la problemática laboral y económica. Sin embargo, resulta alarmante la ignorancia e indiferencia con que el Estado y la misma sociedad continúan tratando la cuestión del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados. Como bien sabemos, las actividades de cuidado de personas dependientes (hijas/os, familiares, personas enfermas) así como también las tareas domésticas (limpieza, compras de supermercado, cocina, mantenimiento del hogar) forman parte de la cotidianeidad de la mayoría de las familias dentro de la sociedad. Pero lo que integra el ámbito consuetudinario de dichas familias -la parte oculta del iceberg- es el trabajo no remunerado de las personas, o mejor dicho mujeres, que desempeñan dichas tareas. ¿Por qué no hablamos de personas sino de mujeres? Debido a que resulta alarmante el alto porcentaje de feminización de estas tareas (41,6%), respecto del porcentaje de varones (5,8%) en un contexto mundial (OIT, 2018).




Gráfico 1: Porcentaje de personas inactivas, por sexo, principal motivo de estar fuera de la fuerza de trabajo y grupo de ingresos, último año disponible.

Fuente: Elaboración propia a partir de los cálculos de la OIT basados en microdatos de encuestas sobre la fuerza de trabajo y encuestas de hogares.


Sin embargo, aquello que debe considerarse igual de preocupante es la falta de remuneración -reconocimiento- de dichas actividades. ¿Es posible terminar con la brecha de género sin atacar este problema de raíz? ¿Qué viene primero, el huevo o la gallina?


¿Existe una carga impuesta social e institucionalmente sobre nosotras, las mujeres, para hacernos responsables del cuidado de nuestras/os hijas/os, familiares y del desarrollo de tareas domésticas? ¿Desde qué perspectiva es reconocido, si es que efectivamente lo es, dicho trabajo? ¿Qué relación tienen las tareas de cuidado con el mercado laboral? ¿Es acaso simplemente un mandato sociocultural o existe un sistema institucional que promueve responsabilidades de roles en relación con el género?


Para dar respuestas a todas estas preguntas veamos ¿Qué nos dicen los números en Argentina?


Gráfico 2: Categoría de inactividad para población que se declara inactiva, según género.


Fuente: Elaboración propia en base a los datos de la EPH trimestre 2018 expuestos en el Observatorio de Violencias Contra la Mujer (2018).



Según el Boletín de Estadísticas de Género III (OVCM, 2018) podemos ver que en Argentina, de las personas que se dedican al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, el 92,2% son mujeres, mientras que el 7,8% son varones. En consecuencia, esta asimetría se extiende en todos los ámbitos de la mujer reproduciendo mayores desigualdades como un bajo nivel educativo debido a la imposibilidad de asistencia a clases, una baja y precaria o inclusive nula participación en el mercado laboral por falta de tiempo y competencias, la dependencia económica debido a la realización de una actividad no remunerada (TDyCNR). Es por ello que podemos responder a la primera pregunta con un gran NO; no es posible achicar la brecha de género mientras se continúe perpetuando este problema de reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.


Por otro lado, lo anteriormente mencionado respecto a la inserción laboral lo podemos vislumbrar en el gráfico (OVCM, 2018) a continuación:


Gráfico 3: Condición de actividad de mujeres y varones jefes/as de hogar, de 14 años o más, según edad de sus hijos/as.





Fuente: Elaboración propia en base a los datos de la EPH trimestre 2018 expuestos en el Observatorio de Violencias Contra la Mujer (2018)


Al comparar el impacto de la edad de hijas/os en jefas y jefes de hogar, concluimos que a medida que crecen sus hijas/os, las jefas de hogar incrementan su participación en el mercado laboral. Mientras que, en el caso de los jefes de hogar, la edad de sus hijas/os no afecta su desarrollo en el mercado laboral. Así es como se denota una brecha de género acentuada por la falta de reconocimiento y de simetría en las responsabilidades respecto del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.


Ahora bien, ya destacamos que esto promueve un círculo vicioso que conduce a desigualdades de género más profundas y difíciles de achicar. Entonces, ¿qué podemos hacer para combatirlo?


En primer lugar, es crucial el reconocimiento institucional del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (TDyCNR), así como también su valoración y medición. Un ejemplo de esto puede ser la licencia por maternidad y paternidad de Islandia -país con mayor paridad de género en el Informe Global sobre la Brecha de Género 2021 (FEM 2021)- con el objetivo de equiparar los roles del TDyCNR, así como también de facilitar la permanencia en el mercado laboral y fomentar la independencia económica; sin mencionar la promoción del bienestar psicológico. Según un artículo de Euro News (2018) “En el 60% de los casos, son las mujeres las que se quedan con los hijos durante los 9 meses de permiso parental. El motivo es que cuando uno lo pide, el salario queda reducido al 80% y los de los hombres son más elevados”. Es por esto mismo que la feminización del TDyCNR es un impedimento en el avance de la igualdad de género; si el TDyCNR recae en las mujeres, estas se ven obligadas a 1) Reducir su jornada laboral y consecuentemente sus condiciones laborales; 2) No participar en el mercado laboral. Debido a esto, se encuentran en una posición de dependencia económica y psicológica de su pareja, además de indirectamente reforzar ese círculo mediante la ausencia actual en el mercado laboral, la cual tiende a convertirse en permanente.

Por ello, el reconocimiento, valoración y medición, institucional del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es de suma importancia para achicar o erradicar esta brecha, en tanto visibiliza la desigualdad de género y permite un espacio de análisis y diseño de políticas públicas, al mismo tiempo que desdibuja el estereotipo de género en los roles sociales.


Otra forma de reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es incorporarlo en el sistema de salud y previsional. Esto, por supuesto, promueve el bienestar físico, mental y económico -además de evitar la reproducción del mismo sistema de desigualdades en el cuidado de familiares-. Por un lado, podemos pensar en un sistema de salud público y gratuito, como bien existe en Argentina; asimismo, debemos considerar igualmente imperiosa la existencia de servicios de cuidado infantil, de adultos y adultos mayores, con cualquier tipo de patología, tanto física como psicológica. Estos servicios de asistencia deben ser ciertamente de carácter gratuito y público, de forma que se promueva el acceso de los estratos económicos más bajos de la sociedad, rompiendo con el esquema de cuidado intrafamiliar unipersonal y desigual. Si bien en Argentina existe el Programa de Infraestructura del Cuidado, este tipo de asistencia estatal recién está comenzando a desarrollarse, quedando varios proyectos por impulsar para lograr una sociedad más equitativa y desarrollada.

Por otro lado, sí debemos hacer una mención importante a lo que hoy en Argentina llamamos la “Jubilación de Amas de Casa”, amparada por la Ley 24.476, implementada originalmente como “Plan de Inclusión Previsional” en el 2005, e identificada posteriormente como Ley de “Jubilación de Amas de Casa”. Esto le dio una respuesta a una pregunta que nadie hizo, pero la respuesta no tardó en hacerse escuchar: lo que comenzó como un plan previsional para incluir a las/os trabajadoras/es precarizadas/os, desembocó en un hito histórico para las amas de casa: su trabajo valía y era finalmente reconocido.

Si refrescamos números, Inés Berniell, Dolores de la Mata y Matilde Machado, las autoras del estudio “La dependencia en la vejez y las pensiones no contributivas” que publicó el CEDLAS, señalaron que en el año 2007:

“el porcentaje de mujeres mayores de 60 años sin ningún ingreso personal se redujo notablemente, pasando en zonas urbanas del 35% al 10% (..). Mientras que las mujeres con alto nivel de escolaridad incrementan la probabilidad de separarse/divorciarse en 5,6 puntos porcentuales, las de bajo nivel de escolaridad optan por mantenerse en pareja pero ganan poder de negociación dentro del hogar (...) Entre las mujeres de menor nivel educativo, la ganancia de poder de negociación se refleja en una reducción significativa (7 puntos porcentuales) en la probabilidad de ser la única persona del hogar en ocuparse de las tareas domésticas, con un simultáneo incremento en 6 puntos porcentuales de la participación de sus parejas en esas mismas tareas” (Clarín, 2019).


Es en este sentido, el de mitigar los altos niveles de desigualdad de género, de dependencia psicológica y económica, que resulta crucial implementar un plan previsional que contemple y cuide al vulnerado sector del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.


Finalmente, nos vemos obligadas/os a no pasar por alto la creación y difusión de políticas de inserción laboral, de protección social, de infraestructura y de acceso a la educación. Las políticas de protección social están en comienzo de desarrollo mientras que aquellas que refieren a la infraestructura, debido a la actual situación económica Argentina, son más difíciles de imaginarlas cercanas, pues probablemente va a ser un paulatino proceso a mediano o largo plazo. Aquellas que remiten a la inserción laboral y al acceso a la educación son igual de importantes y de alguna manera más tangibles; sin embargo, no olvidemos que deben ir necesariamente de la mano de una infraestructura de gran alcance para poder lograr avances significativos.

La inserción laboral es crucial para la participación de aquellas (92,2%) o aquellos (7,8%) que se vieron parcial o totalmente excluidos de la participación en el mercado laboral debido a la realización de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. Sin políticas de inserción laboral, estas/os trabajadoras/es se verán cada vez más alejadas/os del mercado de trabajo, y en consecuencia estarán relegadas/os al TDyCNR, de manera desigual y con las implicancias que ya conocemos (dependencia económica, psicológica, posibilidad de sufrir violencia de género). En Argentina podemos encontrar medidas como el Programa de Inserción Laboral (PIL), Programa Empalme, Programa Herramientas para Cada Joven, Programa Potenciar Trabajo, entre otros.

En lo que respecta a la educación, si bien Argentina cuenta con una de las mejores universidades públicas y gratuitas de Latinoamérica, sin mencionar todo un sistema de educación pública y gratuita a disposición, todavía queda mucho por hacer en materia de abandono escolar. En este sentido, el entonces ministro de Educación Nicolás Trotta señaló que en Argentina hay “una tasa de finalización del 54 por ciento, y sólo 29 de cada cien chicos se gradúan a término. Esto nos interpela a buscar cómo hacer que la escuela de una respuesta diferente a la que está dando hoy, en una situación que, por otra parte, se vuelve más grave por la pandemia”. Además, un informe del Ministerio de Educación en 2019, pre pandemia, indica que un tercio de los adolescentes de 16 y 17 años realizaban al menos una actividad productiva, es decir, desarrollaban tareas para el mercado, para autoconsumo y/o actividades domésticas de alta intensidad (Página 12, 2019). Asimismo, esto significa que a medida que haya necesidades básicas insatisfechas en cada familia, más jóvenes comenzarán a ocuparse del trabajo doméstico de alta intensidad. En consecuencia, las desigualdades se van incrementando y desde una más temprana edad.

En el siguiente gráfico vemos cómo el nivel educativo incide en la participación en el mercado laboral, y en consecuencia, cómo la educación cumple un papel crucial para participar activamente del mercado de trabajo y evitar ser relegadas/os al trabajo doméstico y trabajo de cuidado no remunerativas.


Gráfico 5: Tasas de actividad, empleo y desocupación de las mujeres de 14 años y más, por máximo nivel educativo alcanzado. Total 31 aglomerados urbanos. Tercer trimestre de 2020.



Pero además de lo anteriormente mencionado, la educación es la manera que tenemos las mujeres de auto incorporarnos y afirmarnos en el contexto cultural vigente y futuro; a través de la investigación, producción de literatura, participación de charlas o encuentros, difusión de contenido en las redes sociales, participación en los medios de comunicación, el arte, etc. Entonces, vemos que la educación es, por un lado, el camino por seguir para evitar reproducir este sistema de desigualdades que se da, en este caso, en el ámbito del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. Por otro lado, la educación a la vez permite la formación y participación activa de las mujeres en el ámbito social y cultural, impulsando una posibilidad de cambio de las ideas socioculturales tradicionales para hacer foco en nuevas ideas y desafíos que permitan alcanzar una sociedad con los mayores niveles de paridad posibles.


Para concluir, retornamos a la última pregunta por responder: ¿Es acaso simplemente un mandato sociocultural, o existe un sistema institucional que promueve responsabilidades de roles con relación al género? La respuesta con la que por el momento nos encontramos es SI y SI. Sí, existe un sistema institucional que reproduce dichas desigualdades de género y a medida que se implementen las políticas que reduzcan la brecha, podremos pensar en un sistema más funcional a la paridad que a las desigualdades. Asimismo, por supuesto existe un mandato sociocultural que feminiza las tareas relacionadas con el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, el cual tiene raíz, en parte, en el sistema educativo actual, el sistema de creencias tradicionales y valores sociales.



Bibliografía

● Batthyány, K. (2021) Políticas del cuidado / Karina Batthyány. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO ; México DF : Casa Abierta al Tiempo, 2021

● CEPAL (2021). Sobre el cuidado y las políticas de cuidado. https://www.cepal.org/es/sobre-el-cuidado-y-las-politicas-de-cuidado

● CIPPEC (2018). Las políticas de cuidado en Argentina. Avances y desafíos. https://www.cippec.org/wp-content/uploads/2018/09/wcms_635285.pdf

● CIPPEC (2022) Esenciales, pero no reconocidas: las trabajadoras domésticas remuneradas y el impacto de la pandemia. https://www.cippec.org/textual/las-trabajadoras-domesticas-remuneradas-y-el-impacto-de-la-pandemia/

● Clarin. Afirman que la jubilación para amas de casa cambió las relaciones de poder dentro del hogar.

● EuroNews.La receta de Islandia para la igualdad de género 23/02/2018. https://es.euronews.com/my-europe/2018/02/23/la-receta-de-islandia-para-la-igualdad-de-genero

https://www.clarin.com/economia/economia/jubilacion-amas-casa-cambio-relaciones-poder-dentro-hogar_0_Y4wxzYZGt.html

● Made for Mins (2020). Argentina y su mitad invisible: el trabajo no remunerado de las mujeres. https://www.dw.com/es/argentina-y-su-mitad-invisible-el-trabajo-no-remunerado-de-las-mujeres/a-55017971

Ministerio de Economía Argentina (2020) Los cuidados, un sector económico estratégico. Medición del aporte del Trabajo doméstico y de cuidados no remunerado al Producto Interno Bruto. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/los_cuidados_-_un_sector_economico_estrategico_0.pdf

Ministerio de Economía Argentina (2020). Las brechas de género en la Argentina Estado de situación y desafíos. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/las_brechas_de_genero_en_la_argentina_0.pdf

● Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (2020). Hablemos de cuidados. Nociones básicas hacia una política integral de cuidados con perspectiva de géneros. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/mesa-interministerial-de-politicas-de-cuidado.pdf

● Observatorio de Violencias Contra la Mujer (2018). III Boletín de Estadísticas de Género. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/3boletinestadisticasdegenero.pdf

● OIT (2018). CARE WORK AND CARE JOBS FOR THE FUTURE OF DECENT WORK. https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/---publ/documents/publication/wcms_633135.pdf

● ONU (2021). Redistribuir el trabajo no remunerado. https://www.unwomen.org/es/news/in-focus/csw61/redistribute-unpaid-work

● Página 12. Solo el 29% de los secundarios egresó a término durante el gobierno de Macri. https://www.pagina12.com.ar/300801-solo-el-29-de-los-secundarios-egreso-a-termino-durante-el-go

● PAHO (2018). Valorar el trabajo no remunerado de cuidado de la salud para transformar la vida de las mujeres. https://www3.paho.org/hq/index.php?option=com_docman&view=download&alias=43957-valorar-trabajo-no-remunerado-cuidado-salud-transformar-vida-mujeres-957&category_slug=agenda-salud-sostenible-americas-2018-2030-9479&Itemid=270&lang=es

● UNICEF (2019). Suecia, Noruega, Islandia, Estonia y Portugal ocupan los primeros puestos en materia de políticas favorables a la familia en los países de la OCDE y la UE. https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/suecia-noruega-islandia-estonia-portugal-primeros-puestos-politicas-favorables-familia

● UNICEF (2021). Los servicios de guardería asequibles y de calidad son inaccesibles en muchos de los países más ricos del mundo. https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/servicios-guarderia-de-calidad-son-inaccesibles-muchos-paises-ricos



Editado por Juliana Palazzo

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