Por Romina Morguen
La reciente invasión rusa a Ucrania y los movimientos extranjeros para estabilizar los mercados energéticos son un recordatorio al mundo sobre que, aún en medio de la transformación energética y tecnológica sustentable, la geopolítica tradicional del gas y el petróleo sigue más viva que nunca.

Putin avanza sobre Ucrania ejecutando lo que muchos interpretan como estrategias cada vez más arriesgadas, por ejemplo, realizando bombardeos a 20 km de la frontera con Polonia. Su osadía, sin embargo, no es irracional. El gobierno ruso es, posiblemente, muy consciente de su predominancia en el mercado energético y del arsenal estratégico que ello supone.
Rusia, llamado el “gigante de la energía”, es el tercer productor de petróleo más grande del mundo, y el segundo productor mundial de gas natural. Las ganancias obtenidas de este sector representan más del 40% del presupuesto federal de Rusia. Además, su principal comprador no es ni más ni menos que Europa, cuyo sistema de gasoductos ramificados entre Rusia y la región la han vuelto extremadamente dependiente de la provisión de gas natural ruso. Aunque algunos países europeos son más dependientes que otros, en general, Rusia abastece aproximadamente un tercio del consumo europeo de gas natural. Adicionalmente, más de un cuarto de las importaciones de petróleo también son provenientes de Rusia (McBride, 2022).
De no ser por este marco contextual, es posible que la respuesta occidental a la invasión rusa hubiese sido más agresiva. En este sentido, la predominancia energética de Rusia y la dependencia europea a su suministro de energía le proporciona una garantía parcial contra su comportamiento riesgoso. Esta garantía es particularmente enfatizada en un contexto de suba persistente de los precios de energía en las semanas anteriores al inicio de la guerra, probablemente un eslabón importante en la cadena de sucesos que impulsaron a Rusia a actuar. En efecto, Hendrix (2015) establece que los petroestados, aquellos estados cuya exportación de petróleo constituye más del 10% de su PBI, son más propensos a comportarse agresivamente e iniciar disputas interestatales ante un panorama de precios de petróleo altos. Esto se debe a que los altos precios contribuyen a disminuir los costos o castigos anticipados por el mal comportamiento.
En el caso de Rusia, esta hipótesis es continuamente demostrada a lo largo de la historia. Tanto la invasión a Afganistán en 1979, como la de Georgia en 2008, y la anexión de Crimea en 2014, se llevaron a cabo en el marco de altos precios del petróleo (Hendrix, 2022).
La cuestión sobre la que pende la guerra, por consiguiente, es cómo occidente y sus aliados pueden aminorar la ventaja estratégica de Rusia sin enfrentar shocks significativos en sus esquemas energéticos. Países como Estados Unidos y Arabia Saudita ya se encuentran tomando medidas decisivas en estos respectos (Hendrix, 2022). Sin embargo, Europa, debido a su dependencia energética de Rusia, no es capaz de seguir sus pasos. La región europea se encuentra efectivamente atrapada en una situación de vulnerabilidad inminente, en cuanto cualquier disrupción significativa que Rusia decida efectuar en la oferta de crudo y gas natural a Europa podría impactar seriamente sobre su economía.
¿En qué consiste la seguridad energética y cuál es su estado en Europa?
La seguridad energética consiste en la provisión asegurada de servicios de energía a la población, que a su vez sean confiables, económicos, eficientes, ambientalmente benignos, y socialmente aceptables (Goldthau & Sovacool, 2012). En esencia, la seguridad energética apunta a una situación en que la provisión de energía a la población no se encuentre comprometida por factores políticos, económicos, sociales, o de disponibilidad de recursos.
Según resalta Proedrou (2016), la seguridad energética está compuesta por tres dimensiones. La primera de ellas, y la que muchos entienden como la principal dimensión, es la seguridad en la oferta de energía. Esta dimensión consiste especialmente en asegurar la provisión adecuada de combustibles fósiles en el marco de la competencia intensificada por recursos naturales escasos. En el caso europeo, esta dimensión se encuentra enmarcada en los esfuerzos por diversificar los proveedores de energía y construir capacidad para sustentar un esquema de provisión energética más heterogénea. Una segunda dimensión, especialmente prominente en contextos de inflación alta en los precios de la energía, está vinculada con qué tan económicas y asequibles son las importaciones de energía. La tercera y última dimensión, e históricamente la menos priorizada en situaciones de crisis, es la sustentabilidad energética, entendida como el abastecimiento de energía que no cause daño al planeta (Proedrou, 2016).
En el marco de la guerra actual, la estrategia europea para mitigar y eventualmente erradicar la dependencia energética que tiene con Rusia combina elementos de estas tres dimensiones.
La Agencia Internacional de Energía (IEA) elaboró un plan de 10 puntos para reducir las importaciones de gas ruso en aproximadamente la mitad de lo que importó Europa en 2021. El plan asume estrategias para economizar el consumo de la energía, diversificar fuentes de provisión de combustibles fósiles, y acelerar el desarrollo de fuentes de energía renovables y tecnologías sustentables. Días después de la publicación del plan de la IEA, la Comisión Europea anunció el REPowerEU, un plan incluso más ambicioso para lograr la total independencia de todos los combustibles fósiles rusos, incluyendo el carbón y el petróleo, antes del 2030 (Comisión Europea, 2022; IEA, 2022; Psaropoulos, 2022).
Si bien estos planes incorporan propuestas para acelerar el desarrollo de fuentes de energía renovables y fomentar la eficiencia energética, agentes políticos y críticos se preguntan qué tan realista resulta cumplir con dichas políticas a la vez que se implementan de forma simultánea medidas más inmediatas de corto plazo que prioricen la competitividad y provisión diversificada de combustibles fósiles.
¿La urgencia en lograr la independencia energética con Rusia acelerará la transformación energética en Europa?
Elaborar una estrategia que priorice la dimensión sustentable de la seguridad energética podría significar uno de los resultados más eficientes, en cuanto resultaría a largo plazo complementaria con las dimensiones relativas a la seguridad de provisión de energía y su asequibilidad. En efecto, la capacidad de poder sostener la economía a base de fuentes de energía renovables le permitiría a la Unión Europea desprenderse completamente de los combustibles fósiles rusos.
Sin embargo, la transformación energética es un proceso extenso que sólo entrega sus frutos en el largo plazo. La necesidad de tomar decisiones que tengan efectos inmediatos para lidiar con la crisis actual llevó tanto a la IEA como a la Comisión Europea a proponer medidas en el corto plazo para economizar y diversificar las fuentes de combustibles fósiles, que podrían dificultar la propia transición energética y la concreción de los objetivos de emisión cero. Por ejemplo, el REPowerEU incluye proyectos para construir terminales de gas natural líquido para la importación y gasoductos alternativos que requieren de inversiones en infraestructura de largo plazo (Comisión Europea, 2022; Psaropoulos, 2022). Estas grandes inversiones generan rigidez institucional o path-dependency, en cuanto perpetúan un sistema de producción y consumo de energía basado en combustibles fósiles (Goldthau & Sovacool, 2012; Proedrou, 2016).
Esta tensión entre las dimensiones económica y de seguridad en la provisión por un lado y la dimensión sustentable por el otro no es extraña al contexto europeo. Históricamente, Proedrou (2016) resalta una tendencia a enfatizar las necesidades inmediatas de energía en situaciones de crisis energética como la actual. Naturalmente, esto supone una menor prioridad puesta sobre objetivos en el largo plazo como lo son aquellos vinculados a la dimensión sustentable de la seguridad energética. Es decir, en estos contextos turbulentos, las preocupaciones por la competitividad y provisión de combustibles fósiles muy probablemente tengan mayor peso que las voces pro-ambientales en las estructuras de toma de decisión europeas (Proedrou, 2016).
Conclusión
Los temores a una supresión del flujo de suministro energético proveniente de Rusia ponen en relieve la existencia de trade-offs en la estrategia energética europea. Aunque la aceleración de tecnologías limpias y eficientes es el corazón de la independencia energética, su naturaleza de largo plazo la deja en un plano secundario en situaciones de crisis. Las medidas más inmediatas orientadas a diversificar la provisión de combustibles fósiles en forma económica y asequible, a su vez, tienen efectos adversos para los objetivos de emisión cero. En otras palabras, mientras más se avanza sobre soluciones de mediano y corto plazo, más se retrasa la transición energética y más riesgos corre la economía europea de agravar el congelamiento en una economía carbonizada.
Bibliografía
Comisión Europea. (8 de marzo de 2022). REPowerEU: acción europea conjunta por una energía más asequible, segura y sostenible. Recuperado el 14 de marzo de 2022 de https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/ip_22_1511.
Goldthau, A. & Sovacool, B. K. (2012). The uniqueness of the energy security, justice, and governance problem. Energy Policy, 41, 232-240. Recuperado de https://doi.org/10.1016/j.enpol.2011.10.042
Hendrix, C. S. (3 de marzo de 2022). Higher oil prices stemming from Russia-Ukraine war may be temporary. Peterson Institute for International Economics. Recuperado el 13 de marzo de 2022 de https://www.piie.com/blogs/realtime-economic-issues-watch/higher-oil-prices-stemming-russia-ukraine-war-may-be-temporary.
Hendrix, C. S. (2015). Oil prices and interstate conflict. Conflict Management and Peace Science, 34(6), 575-596. Recuperado de https://doi.org/10.1177%2F0738894215606067
IEA. (2022). A 10-Point Plan to Reduce the European Unión’s Reliance on Russian Natural Gas. Recuperado el 14 de marzo de 2022 de https://www.iea.org/reports/a-10-point-plan-to-reduce-the-european-unions-reliance-on-russian-natural-gas.
McBride, J. (22 de febrero de 2022). Russia’s Energy Role in Europe: What’s at Stake With the Ukraine Crisis. Council on Foreign Relations. Recuperado el 13 de marzo de 2022 de https://www.cfr.org/in-brief/russias-energy-role-europe-whats-stake-ukraine-crisis.
Proedrou, F. (2016). A new framework for Eu energy security: putting sustainability first. European Politics and Society, 18(2), 182-198. Recuperado de http://dx.doi.org/10.1080/23745118.2016.1215374
Psaropoulos, J. (14 de marzo de 2022). Could energy independence from Russia spur a shift to renewables? Al Jazeera. Recuperado el 15 de marzo de 2022 de https://www.aljazeera.com/news/2022/3/14/could-energy-independence-from-russia-spur-a-shift-to-renewables.