Por: Julián Sivori

No hay que ser un experto, ni muy inteligente, ni estar muy informado para darse cuenta de que nuestro país está pasando por un momento sumamente terrible. No hace falta leer revistas científicas, ni siquiera escuchar o ver los medios masivos de comunicación para captar la cruda realidad que se está viviendo actualmente, alcanza tan solo con salir a caminar por la calle y ver a cada cuadra gente revolviendo la basura, vendiendo cualquier cosa que tiene a mano o pidiendo porque no tiene otro remedio; también algo tan simple como ir al supermercado o al almacén es una prueba constante de la delicada situación del país, ya que los aumentos constantes en los precios de cualquier cosa dan cuenta de ello.
No es que todas estas cosas sean inventos míos, hay numerosos datos estadísticos que lo comprueban. Por un lado, encontramos que la tasa de desempleo es del 15% de la población económicamente activa al final del año 2020, lo cual quiere decir que aproximadamente 3 millones de personas están sin trabajar, cosa que es una verdadera locura. Por otro lado, la pobreza a finales del año pasado arrojo un saldo terrible de 42%, una barbaridad, ya que sacando un cálculo sencillo se puede afirmar que prácticamente 1 de cada 2 argentinos es pobre, mientras que la indigencia llego al 10,5%, sumado al hecho de que una familia tipo necesita 58.000 pesos por mes para no estar por debajo de la línea de la pobreza. Y con la profundidad que tienen estas cuestiones, ya ni la super soja por encima de los 500 dólares la tonelada alcanza para solucionar estas cuestiones.
Mientras que los números de la compleja realidad social hablan por si solos, en cuanto a la cuestión económica pasa algo similar. La inflación es una realidad innegable que ningún gobierno en la Argentina sabe cómo parar. Ya es una costumbre que este fenómeno supere el 3% mensual en el país, cuando en otros países de la región lo más común es que ni si quiera se llegue a ese porcentaje anualmente, así de crudo. Esto me da pie para plantear la hipótesis de que a esta altura la cuestión inflacionaria no es solo un problema económico, sino que ya también es una cuestión cultural, dado que hay ciertos bienes que no se pueden dejar de consumir y encuentran constante demanda pese a la suba de precios, es decir, los argentinos estamos tan acostumbrados a que los precios suban de manera brutal que ya ni nos sorprende y cada uno dentro de sus posibilidades sigue comprando a un mayor costo. Por supuesto que la inflación es una cuestión de índole económica, seria un ignorante cualquiera que diga lo contrario, pero la realidad es que este fenómeno esta presente hace tanto tiempo en la vida de cada uno de los argentinos que ya lo normalizamos por completo, lo cual deriva en que el problema de carácter económico este arraigado socialmente, trasladando esta cuestión a la cultura social del país.
Ahora bien, realizada una pequeña introducción de la pésima realidad argentina, toca examinar la cuestión principal de este articulo ¿Y los políticos? ¿Cómo es posible que ninguno pueda resolver estos problemas? Mas allá de la “grieta” actual entre macristas y kirchneristas, la realidad es que ambos estuvieron el poder y las cuestiones anteriormente señaladas no han hecho mas que agravarse con en el paso del tiempo. Ya parece costumbre en la política argentina que el grupo gobernante que deja el poder deja al país con mas problemas y con menos margen de solucionar las cosas que cuando asumió. Una breve descripción histórica ayudara a confirmar este argumento: Alfonsín asumió con problemas de deuda y de una cultura política lastimada por el daño hecho por los militares a los derechos humanos y a la democracia, Menem tomo el poder con una hiperinflación descontrolada y con problemas con la corporación militar, De la Rúa llego con una ya insostenible convertibilidad que destrozo la industria nacional y agravo la cuestión social, no hace falta describir mucho la papa caliente que agarro Duhalde y de la que posteriormente se tuvo que hacer cargo Kirchner, que si bien conto con algunos años de estabilidad, llegado el momento de la asunción de Macri el país tenia fuertes problemas de déficit fiscal y una inflación que ya estaba fuera de control, la cual solo pudo ser resuelta a través de una inexplicable deuda tomada con el FMI, la cual es el principal problema con el que se encontró Alberto, quien como todos sus predecesores no ha hecho mas que seguir con la tendencia de no resolver nada, más allá de la pandemia que sin duda genero un caos adicional totalmente impredecible. Es por esto por lo que todas estas figuras hacen o hicieron eco de la pesada herencia que recibieron al asumir, lo cual es verdad, pero tampoco es excusa para las malas gestiones que tuvo cada uno de ellxs.
Cualquier extraterrestre con un poco de sentido común se preguntaría ¿Y qué hacen los políticos para tratar de solucionar estas cuestiones? Lo que no podría entender es la respuesta. La realidad es que la clase política en la Argentina no se la nota muy preocupada por resolver los problemas que tienen a mal traer a toda la sociedad, sino que lo que hacen constante y repetidamente es pelearse, discutir, en otras palabras, luchar por acceder o mantenerse en el poder. Aquí viene la cuestión de la hegemonía, que en democracia según el famosisimo filósofo y político italiano Antonio Gramsci se da cuando la sociedad política y la sociedad civil están igualmente desarrolladas y orgánicamente ligadas, para que así la clase dominante pueda perpetuar su dominación (Portelli; 36). Para decirlo en criollo, lo que plantea el autor es que haya un consenso entre los dirigentes y la sociedad civil por el rumbo del desarrollo, lo cual en la Argentina no sucede, debido a que al interior de la dirigencia política hay una competencia feroz constante por hacerse por el poder, dejando de lado los conflictos que atraviesa cada uno de los habitantes que vive en el país, ya que cada vez se vive peor desde todo punto de vista y no parece haber solución en el horizonte.
Esta hipótesis que planteo sobre la falta de consenso al interior de la sociedad política se puede comprobar prendiendo la tele o leyendo cualquier diario, ya que desde uno u otro lado parece que estuvieran hablando de mundos diferentes al discutir exactamente la misma cuestión. No digo que este mal que compitan por el voto popular, porque eso es en si la democracia representativa actualmente existente en el mundo occidental, pero en un contexto donde la calidad de vida de los ciudadanos no para de empeorar lo mas coherente seria que dejen de echarse culpas y pelearse como si estuvieran en un reality show o en gran hermano y ponerse a trabajar en conjunto para que cada vez menos sean los pobres, cada vez haya menos indigentes y cada vez haya menos personas que no puedan encontrar empleo.
Ya muy lejos quedaron aquellas imágenes donde los dirigentes de los diferentes espacios políticos se sentaron en la misma mesa y dieron un mensaje claro a la sociedad al comienzo de la pandemia. Y la realidad es que la sociedad respondió de manera positiva, acatando las ordenes, porque dejaron sus diferencias de lado y se enfocaron en resolver como mejor les parecía posible el enorme problema en puerta. Ahora la realidad es que eso duro bastante poco y lo que reina cada vez mas en la argentina son los extremos y los discursos radicalizados que no llevan a nada.
A modo de conclusión, lo que aquí quedo planteado es que la hegemonía al interior de la sociedad política es algo urgente que necesita ser resuelto para que todos los problemas aquí presentados puedan encontrar alguna solución, ni que hablar de otros temas que no fueron mencionados por ser muy difíciles de medir en estadística, como lo son la inseguridad, la falta de educación, el déficit habitacional, etc, entonces lo que necesita el país es que sus máximos dirigentes se pongan de acuerdo y den mensajes claros, busquen soluciones y trabajen en conjunto, porque cuando lo hicieron hubo una respuesta positiva por parte de la población. Y para decirlo en criollo: señorxs políticos, déjense de hinchar las pelotas, paren de boludear como si estuvieran jugando al teg entre amigos y hagan algo porque la gente vive cada vez peor, hay cada vez mas marginados estructurales y seguir por este camino solo va a traer consecuencias para el país, para el régimen y para cada uno de nosotros, aun creo estamos a tiempo de evitar una catástrofe. En pocas palabras, pónganse a laburar para la gente y dejen de laburar para ustedes.