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La Guerra, la Autocracia y el Fratricidio: un análisis de la debilidad estructural del Régimen Ruso

Actualizado: 20 sept 2022

Por Dylan Bokler



The Telegraph


Durante los tiempos del estalinismo, el Embajador Argentino ante la Unión Soviética Leopoldo Bravo, expreso “resulta curioso, más allá de los cambios del sistema político, la actitud imperial autocrática se desarrolla en Rusia sin solución de continuidad, al menos desde la invasión de los tártaros en el siglo XII” (Gilbert,2012).

Unas pocas décadas después, ochenta y tres años tras del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el continente europeo vuelve a desangrarse frente a la cruenta invasión de la Federación Rusa a Ucrania. Por lo tanto, esa “actitud imperial autocrática” que destacaba Bravo en la década del cincuenta, nos interpela en nuestra contemporaneidad, en un presente teñido de oscuridad en el que el saldo se cuenta en refugiados, desplazados, muertos, heridos y pérdidas materiales e inmateriales de valor incalculable. La guerra en Europa es una realidad, un antes y un después para la región y para el concierto internacional. La reconfiguración del tablero global será un hecho.


Las ansias por parte del régimen ruso de restablecer su zona de influencia en los antiguos territorios que conformaban la Unión Soviética se han verificado en Georgia en 2008 y en Ucrania en 2014 y vuelve a hacerlo en los últimos días.


Para Engeström (2014), la llegada de Vladimir Putin al poder, especialmente desde el inicio de su tercer mandato, mostró una re-ideologización de la política exterior rusa, teniendo un “giro conservador” de carácter mesiánico y antioccidental reafirmando los valores tradicionales del estado ruso. Según la autora, el mesianismo ruso es visto por sus propulsores como una alternativa al excepcionalísimo norteamericano y como una importante herramienta ideológica para enfrentarse a la hegemonía occidental en la búsqueda de crear un nuevo mundo policéntrico.


Putin ha intentado expandir la influencia rusa en regiones de las que había sido marginada durante los años noventa, en miras de posicionarse como un centro del poder global de carácter independiente. Para los gobiernos de Rusia Unida ha sido importante reafirmar que su país es un actor global con intereses fuera de la región euroasiática y que por lo tanto tiene el legítimo derecho de intervenir y de posicionarse ante la mayor parte de los asuntos internacionales. Desde el Kremlin han tenido la convicción de que Rusia es un actor integral e indispensable en el nuevo orden internacional multipolar.


Esta interpretación institucionalista del multilateralismo se conjuga con el eurasianismo del Ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Yeltsin, Yevgeny Primakov, que promovía la integración regional de los países que conformaban la Ex Unión Soviética en miras de que la Federación Rusa logre posicionarse a nivel internacional como un hegemón de su espacio geográfico cercano con el objetivo de evitar la expansión de la OTAN y la Unión Europea sobre territorios que por motivos históricos debían estar bajo la influencia de Moscú (Rumer, Gurganus, 2019).


El Eurasianismo piensa a Rusia como una civilización con fuertes lazos con el espacio postsoviético, Asia y el mundo musulmán. Para esta doctrina de pensamiento, Rusia está mayormente conectada con naciones no occidentales y debe reconstruir su identidad histórica enfatizando su carácter de Derzhava (gran potencia).

Iván, el Terrible, Gran Príncipe de Moscú, es considerado el primer mandatario del estado ruso. El primer zar de todas las rusias derroto a los tártaros e inicio un proceso de expansión y unificación del territorio que dio origen, y a la posterior consolidación, de una identidad común del pueblo ruso y a una forma de gobernar ese extenso territorio que tendrá su base en el autoritarismo, el centralismo y el militarismo. Desde su muerte hasta la actualidad, Rusia ha pasado por tres sistemas políticos con diferentes raigambres ideológicas y elementos que supieron legitimar su existencia y continuidad. Mas allá de las disimilitudes programáticas, el estado ruso ha continuado teniendo la misma base de apoyo que los inicios del zarato, le ha dado, a excepción de los años noventa, mayor prioridad al leviatán/estado frente al individuo y a la centralización frente a la difusión del poder.


Estas premisas se vieron sostenidas, a su vez, por un factor fundamental que es la inseguridad geográfica y política del estado ruso. La debilidad y fragilidad inherente de esta extensa nación ha propulsado el establecimiento de autoritarismos a lo largo de la historia. La dispersión de su población y su diversidad cultural, en vez de tornarse un elemento integrativo positivo ha sido entendida desde el poder como el justificativo para llevar adelante un control de la población de carácter totalitario, en miras de evitar los interregnos y discusiones legislativas entre sus compatriotas.


En esta debilidad estructural, la otredad es clave para conformar una identidad propia, la búsqueda de un adversario o enemigo ha sido fundamental en la construcción del ethos de la nación rusa. El conflicto bélico directo o indirecto con el “otro” ha propulsado y sostenido a los jerarcas y a su garante de estabilidad, que en última instancia han sido las Fuerzas Armadas.


La actual invasión a Ucrania por parte de la Federación Rusa se entiende y se comprende mas por sus debilidades que por sus fortalezas. Y ahí se puede encontrar la clave del desenlace de esta contienda. Siguiendo los argumentos anteriormente presentados, el Régimen de Putin está logrando todo lo contrario a lo que ha buscado, la OTAN y la Unión Europea se han fortalecido, la comunidad internacional en su mayor medida ha condenado sus acciones y las sanciones económicas y la violencia desinteresada está provocando que sus compatriotas salgan a la calle a protestar contra la guerra fratricida.


Igualmente, en el último tiempo, especialmente desde la guerra con Georgia, Rusia ha buscado consolidar una alianza con su poderoso vecino sureño en términos tanto económicos como militares que puede garantizar no solo su supervivencia sino su relacionamiento con otros estados del espacio euroasiático. Aun así, mientras Rusia se construye como una potencia revisionista, la Republica Popular China apuesta a conservar el estatus quo del sistema internacional imperante, pensado desde Beijing. Este choque de narrativas puede provocar malentendidos en el largo plazo.


El 1 de octubre de 1939, días después de la invasión Nazi a Polonia, se le pregunto al Primer Ministro Británico Winston Churchill que posición iba a tomar la Unión Soviética durante la incipiente Guerra. Este dijo “No puedo prever cuál será la acción de Rusia. Es un acertijo atrapado en un misterio dentro de un enigma. Pero tal vez haya una clave. La clave es el interés nacional ruso”. Ante los acontecimientos presentes, podemos decir que la frase de Churchill podría completarse con que la clave también es la debilidad estructural del estado ruso.



MA. Dylan Bokler, Presidente de Estela Sur.



Bibliografía:


Engström, M. (2014) Contemporary Russian Messianism and New Russian Foreign Policy, Contemporary Security Policy, 35(3), 356-379.


Gilbert, I. (2012), “El oro de Moscú: Historia secreta de la diplomacia, el comercio y la inteligencia soviética en la Argentina”, Buenos Aires, Argentina, Editorial Sudamericana.


Lo, B (2018), “Chutzpah and Realism: Vladimir Putin and the Making of Russian Foreign Policy”, Russie.Nei.Visions, Institut français des relations internationals, (108).


Rumer, E & Gurganus, J (2019), “Russia’s Global Ambitions in Perspective, Carnegie Endowment for International Peace, Washington DC.



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