Por Florencia Fuentes
A pesar de la fuerte caída que están atravesando las criptomonedas, compañías vinculadas al sector financiero como Visa y MasterCard se han acercado a los activos digitales por considerarlos parte del futuro del dinero. Al fin y al cabo, las criptodivisas continúan movilizando cientos de millones de dólares por fuera de canales convencionales, donde América Latina ha aumentado exponencialmente su participación, tanto en el flujo de dinero que los criptoactivos movilizan en la región, como en el surgimiento de Startups que buscan facilitar el intercambio de las divisas tradicionales y las criptomonedas, incluyendo a Belo y Lemon Cash de origen argentino.

La región ocupa el 9% del mercado de criptoactivos teniendo un aumento en sus transacciones de un 880% en 2020-2021 según Chainalysis. Latinoamérica es la sexta economía crypto siendo liderada por Brasil, México y Argentina. Esta última, además, se posicionó décima en el Global Crypto Adoption Index de esta plataforma, convirtiéndose en el sub-líder regional por debajo de Venezuela.
La inestabilidad económica y las constantes devaluaciones de su moneda han llevado a que los argentinos desistan de ahorrar en pesos y busquen resguardar su dinero mediante otros activos como el dólar y, recientemente, las criptodivisas. Estas últimas han llamado la atención como una forma de combatir la inflación y hacer valer los ahorros. En este contexto, han surgido empresas como Belo y Lemon Cash, ambas billeteras virtuales que permiten el intercambio entre pesos argentinos y monedas virtuales.
A finales del 2021, Lemon Cash se convirtió en la primera fintech argentina en lanzar una tarjeta de débito que acepta a las criptomonedas como medios de pago, donde los usuarios pueden decidir si desean abonar en criptodivisas o pesos, ofreciendo un cashback del 2% en Bitcoin. Esta tarjeta fue desarrollada conjuntamente con Visa, líder mundial en pagos digitales, que ha tomado una posición activa en la inclusión de las monedas digitales.
Otra multinacional de servicios financieros que no se ha quedado atrás es MasterCard. Ejecutivos de la compañía se han mostrado optimistas acerca del futuro del dinero y la participación de las criptomonedas en este, asumiendo que las monedas digitales serán adoptadas de forma masiva como medios de pago. Este optimismo demostrado hacia los activos digitales se ve apoyado en un estudio de Americas Market Intelligence para MasterCard, el cual afirma que las criptomonedas tienen una penetración del 19% entre los adultos latinoamericanos e incluye que el 10% de las Pymes de la región ya utilizan estos activos como medios de pago. A su vez, la encuesta del New Payments Index 2022 de MasterCard, dio como resultado que el 51% de los encuestados ya habían comercializado con activos digitales, y también mostró que los latinoamericanos tienen una actitud más positiva sobre el futuro de las criptomonedas que otras regiones del mundo. Como consecuencia, MasterCard ha apoyado la inclusión de las criptodivisas a través de dos programas: Crypto Card y Start Path Crypto.
El programa Crypto Card busca incluir a las criptomonedas en las transacciones comerciales diarias. A raíz de esto, a comienzos del 2022 surgió la tarjeta de prepago Belo MasterCard que permite la conversión de activos digitales en dinero fiat para realizar pagos, ya sea en la Argentina o en el exterior, siguiendo a Lemon. En abril del mismo año, Belo fue incorporada al programa Start Path Crypto, el cual busca apoyar y fomentar la innovación vinculada a las criptodivisas y la tecnología Blockchain detrás de estas, dotando a fintechs de todo el mundo de asesoramiento y patrocinio.
La integración entre empresas privadas tradicionales, en este caso dos corporaciones vinculadas al mundo financiero, y las monedas digitales parece acrecentarse de forma constante. A pesar de las incertidumbres que rodean a las criptomonedas, vinculadas a su inestabilidad y su falta de respaldo de los bancos centrales, estas han logrado ocupar un lugar relevante en el escenario económico global que, en este caso, se ha desenvuelto en la Argentina.
Editado por Matías Ariel Bonaparte.