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G20 – ¿Es la globalización factor de pobreza y exclusión?

Por Horacio Pereira

Los veinte principales países industrializados y emergentes consensuaron un acuerdo sobre el libre comercio y en contra el proteccionismo.

Uno de los objetivos declarados en la cumbre del G20 es tratar de promover la globalización. En este marco, se pueden mencionar varios factores que afectan el avance de este fenómeno: el descontento de la población que quedó marginada del proceso globalizador, aquellas economías o cordones industriales que fueron afectados en Occidente, el giro proteccionista de Estados Unidos y su postulado de “Estados Unidos primero”, el crecimiento de los movimientos de extrema izquierda y derecha.

El voto Trump, como el voto Brexit, son reflejo de la melancolía de aquellos sectores que se sienten perjudicados por el proceso globalizador, de aquellas poblaciones afectadas por la desindustrialización y desintegración industrial, de aquellas generaciones que nacieron en un mundo anterior al de la industrialización asiática y la apertura comercial.

Pero, ¿es realmente así? ¿El proceso globalizador ha generado pobreza y exclusión?

El mundo tal como hoy lo conocemos, se fue gestando desde fines del siglo pasado, a base de creación de comercio, procesos de integración y la fuerte incursión en las corrientes de comercio internacional de los países del Asia / Pacifico y su modelo de capitalización acelerada.

Analizando la correlación entre la globalización y la reducción de la extrema pobreza, en 1990, 1.900 millones de personas en el mundo vivían en pobreza extrema, este número se ha reducido hasta llegar a las 836 millones de personas en 2015. Si analizamos los índices de desigualdad, los resultados son dispares y es difícil trazar una relación directa con el proceso globalizador.

El Coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno). Remitiéndonos al índice, encontramos que los países de la Unión Europea sufrieron una variación marginal hacia la desigualdad, situándose en torno a 0,30 durante los últimos años 25 años. La economía Estadounidense por su parte, se situó en torno a 0,40 durante los últimas 2 décadas (si bien a partir del voto Trump se hizo más visible la nostalgia de aquella superpotencia industrial, la economía americana supo reconvertirse hacia nuevos sectores más dinámicos).

 En relación a los países del áfrica subsahariana, encontramos resultados dispares, que se relacionan más con inestabilidades económicas propias de estas economías, que con el proceso globalizador. Aun así, durante los últimos 15 años, mejoraron en igualdad a partir del crecimiento económico, resultado de la mejora de los términos de intercambio de sus mercancías exportadas.

Paradójico es el caso de los países de américa latina, en donde encontramos que la mayoría de sus países vieron mejorar su coeficiente de Gini, sobre todo a partir de la mejora en los términos de intercambio de sus complejos exportadores, que posibilitó estabilizar sus macroeconomías, recursos fiscales y crecimiento económico. Cabe destacar en el caso latinoamericano, que aquellos países que mejor lograron insertarse en el proceso globalizador, son aquellos que no solo lograron reducir más fuertemente la pobreza, sino vieron mermar sus índices de desigualdad social de forma favorable, tal es el caso de Chile y Peru, de 0,56 ambos en 1995, a 0.50 y 0,45 en el 2012, respectivamente.

En aquellos países, que hasta fines de los años 80 se encontraban bajo regímenes comunistas / modelos de economía planificadas, se aprecia una fuerte subida de la desigualdad a principios de los años 90, fruto del colapso de estas economías y una transición de shock hacia economías de mercados. Aun así, durante los últimos 15 años, vieron mejorar considerablemente sus índices de Gini.

Los “Tigres Asiáticos” asistieron a una mejora en sus coeficientes de Gini durante los últimos 15 años, situándose en torno a 0,35. Quizás el caso Chino, y hacia donde apuntan los cañones proteccionistas, sea el más paradójico. En su transición hacia una economía de mercado globalizada, China logro, no solo transformarse en una súper potencia sino  ingresar a una pujante clase media a cientos de millones de personas que antes se encontraban en la pobreza. Sin embargo, en lo que respecta al índice de Gini, muestra un deterioro notable, pasando de 0,27 en 1984 a 0,42 en el 2011. Así y todo, hoy se sitúa en valores semejantes de desigualdad al de economías como la  norteamericana, Pero, ¿es realmente más desigual la economía China? O estamos hablando de un país que si bien sufre hoy una enorme desigualdad, reflejo del desarrollo relativo dispar entre sus regiones, antes encontraba sumergida en la miseria a la inmensa mayoría de su población.

 El mundo como hoy lo conocemos ya no es el mismo. El mundo de la globalización no solo permitió reducir el número de personas que viven en la pobreza extrema, sino que permitió gozar de un bienestar nunca antes visto en la historia de la humanidad. La disponibilidad de bienes de consumo, como de bienes sociales fue concomitante con la ampliación y crecimiento de una clase media global. Si nos remitimos a la estadística, son pocos los países en el mundo que vieron reducidos sus índices de desarrollo humano.

La globalización no solucionará todos los problemas del mundo pero sus resultados han sido positivos en lo que respecta a disponibilidad de bienes y servicios de consumo,  bienestar y reducción de la pobreza.  Únicamente la cooperación internacional, y el no aislamiento pueden alcanzar los resultados deseados de bienestar y desarrollo global.

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