Por Brian Zini
Estudiante de Relaciones internacionales (UTDT)
Comité de Geopolítica y Relaciones Internacionales
Palabras clave: Elecciones, Estados Unidos, Colegio electoral, Demografía electoral, COVID-19.
La fórmula del Partido Demócrata, integrada por Joe Biden y Kamala Harris, obtuvo el mayor número de votos de la historia y le permitió a Biden convertirse en el Presidente N°46 de los Estados Unidos. Deberán gobernar un país polarizado en medio de la pandemia de COVID-19. ¿Pero cómo lograron el triunfo?
Las elecciones de 2020 quebraron varios récords en Estados Unidos: por primera vez una mujer fue electa como vicepresidenta, Kamala Harris, quien también hizo historia por ser la primera mujer de color en alcanzar ese puesto (hija de padre jamaiquino y madre hindú), la participación electoral fue la más alta en 120 años, Joe Biden y Donald Trump se convirtieron ambos en los candidatos más votados de la historia de los Partidos Demócrata y Republicano respectivamente.
A su vez, por primera vez en 60 años, un candidato ganó la Casa Blanca sin imponerse en el estado clave de Ohio, el voto anticipado por correo alcanzó niveles nunca antes vistos (102 millones de personas), por primera vez en 28 años un Presidente fue derrotado en su intento de reelección, siendo por segunda vez que las elecciones presidenciales se celebraron en el medio de una pandemia (la anterior fue durante 1968 bajo la pandemia de la gripe de Hong Kong).
Repasando fugazmente el sistema electoral estadounidense: las elecciones son indirectas, es decir, los votantes no eligen directamente al Presidente sino a una lista de electores de uno u otro partido político. El número de electores varía según cada Estado (equivalente a las provincias en Argentina) de acuerdo a su población. Un candidato para ganar debe obtener 270 de los 538 electores, es decir, la mitad más uno.
Es decir que son los Estados quienes eligen la fórmula presidencial. Por esta razón, un número variable de ellos son considerados “swing states” o Estados pendulares, que oscilan entre los Partidos Demócrata y Republicano en cada elección. Son importantes al ser ganados por márgenes muy acotados por cualquier postulante, fácilmente pueden ser recuperados por un candidato del otro partido. Es por eso que la campaña electoral, la atención y los recursos se vuelcan a estos Estados.

Yendo ahora al análisis demográfico, es decir, cómo votaron a grandes rasgos los distintos grupos raciales, por edades, ingresos, etc. ha tenido un desarrollo considerable en Estados Unidos, aunque acá en Argentina no sea común este tipo de análisis. Y un instrumento clave para poder medirlo, si bien no perfecto, son las encuestas a boca de urna, realizadas a una muestra de la población cuando asisten a sufragar en los distintos puntos de votación.
Se rompió una regla de oro de la política de EEUU: desde 1960, quien ganaba Ohio triunfaba en la presidencia. El rol de este Estado como “swing state” fue clave por décadas, considerado como altamente representativo de la población de los Estados Unidos. Pero en los últimos años se vio un detrimento de este rol, debido a los cambios demográficos que están convirtiendo a Estados Unidos en una población cada vez más diversa. Para dar un ejemplo: Ohio tiene un 78% de su población blanca no hispana, mientras que el país tiene un 60%, según los datos de la Oficina del Censo del gobierno estadounidense.
A nivel nacional, las encuestas a boca de urna reflejan la extrema polarización de la sociedad norteamericana. Ambos candidatos mantuvieron su base electoral: Biden arrasó entre los votantes afroamericanos y lideró entre los latinos y mujeres blancas, las minorías y el voto urbano, mientras que Trump ganó de forma contundente el apoyo de los votantes blancos sin título universitario, el voto cristiano en especial los evangélicos y las zonas rurales.

Fuente: AP Photo/David J. Phillip, File
Podemos desglosar por Estados clave que decidieron la elección. El caso de Florida fue llamativo porque votó por Trump de forma decisiva, y de hecho, pareció por momentos una repetición de la victoria del republicano en 2016. Un análisis demográfico nos muestra que esto se explica por una mejora de 12 puntos porcentuales en el voto latino por parte de Trump en ese Estado. Seguramente, la dura retórica del ahora presidente saliente respecto a Cuba y Venezuela generó un apoyo de estas comunidades a Trump. Será interesante ver la propuesta de Biden respecto a los regímenes autoritarios de estos dos países, que seguramente definirá si el apoyo a los republicanos por parte de muchos latinos en Florida fue sólo coyuntural o se mantiene en próximos ciclos electorales.
Sin embargo, se pueden observar algunos ligeros cambios entre 2016 y 2020 que fueron decisivos. Biden mejoró la performance de Clinton en 2016 en los hombres blancos con título universitario y en las mujeres sin título universitario. Sin embargo, Trump logró mejorar su performance en los votantes latinos, y ligeramente entre los votantes de color.
Pero los Estados decisivos para el triunfo de Biden fueron aquellos del antiguo cinturón industrial: Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. Trump los había ganado en 2016 por primera vez en tres décadas para los republicanos. Estos tres Estados sumaron 46 electores decisivos para la victoria del demócrata pese a su derrota en Florida y Ohio. Un análisis de las encuestas a boca de urna, nos muestra que Biden pudo recuperar parte de los votantes blancos trabajadores que habían apoyado a Trump en 2016 y ahora le permitieron ganar a Biden esos Estados. De esta forma, su estrategia en focalizar su campaña en estos Estados, intentando ganar de nuevo esos votantes trabajadores y de clase media, tuvo éxito.
En su discurso triunfal, Kamala Harris afirmó que su histórica elección significa que las mujeres de todas las razas tienen la oportunidad de soñar y sostuvo que es la primera mujer en llegar a ese cargo, pero que no será la última. En su discurso posterior al saber que seria el próximo mandatario de los Estados Unidos, el Presidente electo afirmó que su objetivo es unir y no dividir, les habló a los votantes de Trump, y apeló a la clase media como columna vertebral para que Estados Unidos sea respetado nuevamente alrededor del mundo.
El tiempo lo dirá.
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