Por Micaela A. Bravo
El déficit habitacional es un problema central al que se enfrentan las generaciones contemporáneas en la Argentina, siendo el acceso a la vivienda -más aún a una propia- una realidad casi imposible, sobre todo para determinados grupos sociales como las clases más bajas, los jóvenes, las mujeres y las diversidades.

Vivienda propia: clase social, juventud y género
Para comenzar, las limitaciones que encuentran, sobre todo los sectores más vulnerables de la sociedad, a la hora de acceder a una vivienda digna son principalmente económicas. Asimismo, no solo se presenta este desafío, sino que persiste una dificultad de las políticas públicas y los programas estatales para responder a esta necesidad. Si bien en los últimos años los gobiernos locales han incorporado esta cuestión a sus agendas, las respuestas brindadas han resultado en procesos habitacionales poco sostenibles a largo plazo. Esto tiene lugar debido a, entre otras cuestiones, la reducción de los fondos disponibles para los institutos provinciales de vivienda en los últimos años, los cuales se redujeron un 24% entre 2017 y 2018, (Granero Realini; Barreda; & Bercovich, 2018).
Por otra parte, las políticas habitacionales existentes para acceder a una casa propia como, por ejemplo, el PROCREAR, se caracterizan por ser políticas sociales que tienen una intención redistributiva, pero que se mantienen en el paradigma dominante de la implementación de las políticas sociales cuya población beneficiaria es la clase media y no los grupos excluidos y más pobres (Rolando Franco, 1996). En este sentido, hay obstáculos para poder atender las necesidades básicas de los sectores anteriormente mencionados.
En segundo lugar, los jóvenes se enfrentan a las mismas dificultades. La diferencia radica en que estos, a pesar de pertenecer a la clase media, obviando los programas y el acceso a créditos, se ven imposibilitados de poder acceder a una vivienda propia debido a los altos costos inmobiliarios. Se debe tener en cuenta la desventaja que sufren al enfrentarse con las actuales barreras de la inserción laboral, donde las exigencias de las empresas contratantes -más aún de las empresas con buenas condiciones laborales- son cada vez más grandes (Di Virgilio, 2015; Florito, 2018).
Por último, en lo que respecta a las mujeres y disidencias, no solo debemos tener en cuenta las dos variables que hemos abordado hasta el momento (juventud y situación socioeconómica) sino también su condición de mujer y/o diversidad per se.
Primeramente, es inevitable hablar acerca de las dificultades estructurales a las que se han enfrentado las mujeres para poder alcanzar autonomía económica. Por un lado, debemos mencionar la brecha laboral que aún hoy en día persiste en diferentes áreas del mercado de trabajo y, por otro lado, hay que tener en cuenta no solo la posibilidad de contratación de mujeres, sino la -poca- disponibilidad que tienen estas para trabajar, especialmente si son ellas quienes se deben encargar de las tareas domésticas y de cuidado (ya sea de sus hijos/as como de sus familiares) (OVCM, 2018). Por lo tanto, aun con los avances realizados en materia de género, las mujeres estructuralmente presentan mayores limitaciones que los hombres para lograr su independencia y así disponer del sustento económico necesario para obtener una vivienda propia.
En segundo lugar, si nos referimos a las disidencias, no es menor la realidad a la que se enfrentan a la hora de acceder a una vivienda. Las diversidades han sido desplazadas de los ámbitos laborales, no solo por la discriminación recibida muchas veces en estos espacios, sino también por los requisitos necesarios para una contratación profesional, la cual no siempre pueden cumplir. Esto se debe a la deserción escolar de dichos grupos que, en muchos casos, se ven obligados a dejar sus estudios por cuestiones económicas y/o familiares que impiden una continuidad educativa que les permita obtener un empleo formal.
Repensar el espacio urbano
Es preciso comprender que en nuestra sociedad convergen distintas identidades y que la conformación del hábitat no es una cuestión neutral porque está cargado de significados que condicionan los comportamientos y las formas de vivir de sus habitantes (Soto Villagrán, 2016). Según el Informe del Banco Mundial: (2020) citado en Valenciano y Villalobos (2021):
Los hombres, las mujeres, las minorías de género y las personas con capacidades diferentes tienden a utilizar el espacio público de manera distinta: todas las personas tienen necesidades y rutinas diferentes cuando se trata de la manera en que acceden a la ciudad. Sin embargo, la ciudad se construye para un usuario masculino “neutro”, con lo que quedan desatendidas las necesidades, los intereses y los hábitos de las mujeres y niñas de la ciudad (Terraza, H; Orlando; Lakovits; Lopes Janik; & Kalashyan, 2020 citado en Valenciano & Villalobos, 2021: p. 95).
Es por esto por lo que es preciso que los feminismos sean partícipes del proceso de conformación y transformación de los espacios, en tanto no solo el derecho a una vivienda digna debe ser garantizado para las mujeres y diversidades, sino también los espacios urbanos pensados a partir de criterios de igualdad y cuidados (Muxí, 2019 en Soto Villagrán, 2016). Con esto nos estamos refiriendo a la creación de ambientes seguros ya que, para ejemplificar, existe mayor riesgo de violencia sexual para las mujeres lo que las lleva evitar transitar ciertos lugares. Es por ello por lo que la construcción de este espacio con perspectiva de género es esencial para no limitar la forma en que las mujeres habitan la vida (Soto Villagrán, 2016). Esto implica el mejoramiento de la infraestructura en torno a las necesidades de las mujeres, ya sea en “...espacios públicos como parques, plazas y paradas de autobús (...) para estar con seguridad, disfrute y mayor bienestar mental” (Valenciano & Villalobos,2021), e implementando medidas de visibilidad e iluminación.
La construcción de políticas multidimensionales
Existe una deuda social con las mujeres y disidencias que se ha profundizado en los últimos años a partir de la situación epidemiológica a la que se ha enfrentado Argentina y el resto del mundo. Es por esto que, sobre todo en un proceso de recuperación económica, los esfuerzos deben concentrarse en atender las diferentes dimensiones de la desigualdad evidenciada en nuestra sociedad. En efecto, las políticas deben ser integrales y no eludir ninguno de las dimensiones que perpetúan y reproducen la desigualdad -desde lo educativo, lo económico y lo habitacional.
Además de repensar el espacio urbano desde una perspectiva feminista que entienda la multiplicidad de experiencias que se vivencian en la sociedad, si nos centramos específicamente en la cuestión habitacional, es imprescindible crear mecanismos que protejan y permitan igualar las oportunidades de los grupos mencionados, sobre todo, ante situaciones de violencia y vulnerabilidad como es el caso de las mujeres que sufren violencia de género y continúan en su círculo violento algunas veces por no contar con un espacio propio al cual recurrir para comenzar un nuevo camino.
En síntesis, tanto al pensar la manera de morar el espacio público como la forma digna de habitar el plano doméstico, no es aislado pensar en las múltiples y diversas necesidades y desigualdades existentes en nuestra sociedad.
Bibliografía
Observatorio de Violencias Contra la Mujer (2018). III Boletín de Estadísticas de Género.
Di Virgilio, María Mercedes. (2015). Urbanizaciones de origen informal en Buenos Aires. Lógicas de producción de suelo urbano y acceso a la vivienda. Estudios demográficos y urbanos, 30(3), 651-690.
Florito, J. (2018). La Argentina es el país con mayor desempleo juvenil del Cono Sur. CIPPEC.
Granero Realini, G; Barreda, M. P.; Bercovich, F. (2018). La política habitacional en Argentina. Una mirada a través de los institutos provinciales de vivienda. Documento De Trabajo N° 181. CIPPEC.
Franco, R. (1996). Los paradigmas de la política social en América Latina. Revista de la CEPAL.
Soto Villagrán, P. (2016). Repensar el hábitat urbano desde una perspectiva de género. Debates, agendas y desafíos. Andamios, 13(32), 37-56.
Terraza, H., Orlando, M. B., Lakovits, C., Lopes Janik, V., & Kalashyan, A. (2020). Handbook for Gender-Inclusive Urban Planning and Design.
Valenciano, M. M., & Villalobos, K. V. (2021). Reinventando/repensando el espacio público.: Argumentando un manual de diseño urbano con perspectiva de género. Vivienda y Ciudad, (8), 90-112.
Editado por Candela Silva Carrera.