Por: Ramses Richani

La abstención electoral es un fenómeno que no ha dejado de aumentar en Europa, lo que hace necesario la búsqueda constante de fórmulas que animen a los votantes a participar. Esta dinámica trae a discusión la relevancia que tienen temas a los que más de un tercio de la población europea se visualiza sensible, tales como, las cuestiones migratorias, la inseguridad y el medio ambiente. Lo que propicia que, si los partidos no abordan estos intereses, muchos de los votantes europeos -posiblemente- reduzca su presencia.
Previo a abordar a profundidad la dinámica europea, cabe recalcar, primeramente, en que consiste el abstencionismo, y los tipos del mismo que se puede encontrar. En primer lugar, el abstencionismo se contempla como la no participación del proceso sufragista por parte de quienes tienen derecho a este; además, es un indicador de la participación en el cual se contempla la relación entre votantes y no votantes. Otra manera de ver el abstencionismo es como la facultad para escoger ejercer un comportamiento distinto al de votar y practicar alguna otra de las opciones propuestas dentro de un proceso determinado. Unificando así al ausentismo electoral con la votación en blanco o los votos anulados de manera intencional, en la conformación del abstencionismo como categoría mayor.
Dentro de la categoría de abstencionismo se pueden encontrar diversas mecánicas pertenecientes a la misma, tales como: el abstencionismo político, el cual se evidencia como un acto de rechazo frente al sistema político o de la convocatoria electoral - abstencionismo de rechazo- como también la no identificación con los programas políticos, demostrando a través de la abstención la insatisfacción política. Otro mecanismo que vale la pena resaltar es el abstencionismo de lucha, el cual consiste en la configuración de movimientos que se encargan de promover la abstención activa, con el principal objeto de hacer oposición al régimen político o sistema de partidos. Asimismo, se puede evidenciar también el abstencionismo cívico, el cual consiste en la participación activa del ciudadano en el proceso electoral, pero sin pronunciarse a favor de las opciones políticas, emitiendo así el voto en blanco.
En Europa, puede observarse como la participación ha ido descendiendo progresivamente. Las primeras elecciones europeas realizadas en 1979 marcaban una participación del 61.99% que posteriormente pasaron a marcar para el año 2014, una participación del 42,54%.[1] Esta última cifra esconde el ascenso de la abstención, la cual es del 57,46%; dentro de los abstencionistas se pueden encontrar adicionalmente cuatro perfiles relacionados a este grupo, entre los cuales están: los incondicionales, que están caracterizados por no votar nunca. Estos representan actualmente un 24% dentro de los no votantes; los meditados, son los que decidieron no ejercer su derecho al voto con un tiempo de antelación frente a las elecciones. Representando un 31% de los mismos; los impulsivos, estos deciden no votar el mismo día de las elecciones. Representando un 34% de los miembros de este grupo; y, por último, los indeterminados, estos representan el 11% y están caracterizados por no saber en qué momento decidieron no votar (Cifras extraídas del estudio postelectoral de las elecciones europeas de 2014). [2]
Dentro de los motivos de los abstencionistas europeos (Cifras extraídas del estudio postelectoral de las elecciones europeas de 2014), se pueden encontrar en primer lugar, la falta de confianza respecto a la política. Este motivo ha sido el más alegado por los abstencionistas, dentro de los cuales representa un 23%; a nivel nacional este motivo es más frecuente en Chipre donde representa un 56% y en España en el cual es un 41%[3] . En segundo lugar, encontramos al desinterés por la política, el cual representa a un 19% de los abstencionistas; a nivel nacional este es el motivo principal de los abstencionistas en Hungría con un 38%. Seguido al anterior motivo, los abstencionistas declaran que no votar no cambia nada, siendo un 14% de los abstencionistas que tienen este pensamiento; Siendo este motivo predominante en Bulgaria donde un 32% de los abstencionistas piensan esto. Y, por último, el motivo menos frecuente, el cual se debe a escasos conocimientos sobre la U.E. cuenta únicamente con un 7%, siendo a nivel nacional la respuesta más frecuente en Suecia con un 22%.
La tesis más común que se tiene sobre el por qué la gente no participa de las elecciones europeas, es debido a la creencia general de que estas tienen menos importancia, lo cual se relaciona a que no se elige ni gobierno, ni a un presidente[4] directamente; lo complejo de la cuestión en sí, es que la U.E. no resulta ser el problema per se, sino el desencanto del sistema en general, esgrimiendo además los motivos planteados anteriormente.
El problema del abstencionismo se evidencia dentro de las propias actividades sufragistas de los países europeos. Un ejemplo de esto es Italia, país el cual tuvo voto obligatorio hasta 1993 y que al día de hoy presenta un abstencionismo creciente. Según Maurizio Cerruto, profesor de la Universidad de Cagliari y autor de “La participación electoral en Italia”, explica que: “Entre los abstencionistas italianos prevalece una clase de abstencionismo generado por la apatía, es decir, por la distancia entre el elector y la oferta política”.
Además de lo mencionado anteriormente, Maurizio Cerruto afirma en su ensayo “La participación electoral en Italia”, que la confianza en el parlamento, los partidos políticos y el sistema judicial, viene cayendo desde 2010[5] , esto debido a la crisis política atravesada por el gobierno de Silvio Berlusconi, ocasionada por la fragmentación de la alianza con el presidente de la cámara de diputados Gianfranco Fini, lo que se tradujo como una sensación de desafección que repercute en el sistema electoral. Este escenario no se observa únicamente en Italia; según el Eurobarómetro,[6] desde hace aproximadamente 10 años, menos de la mitad de la población europea confía en las instituciones políticas de su país, aumentando aún más la apatía de los electores y reduciendo el número de participantes entre las elecciones europeas.
Por lo que, para lograr una reducción significativa del abstencionismo en Europa, se plantea la introducción de diversas dinámicas, como, por ejemplo, el voto obligatorio. Esta obligación puede evidenciarse en países como Bélgica y Luxemburgo, en los cuales la abstención es baja, que cuentan con los porcentajes de participación más altos de Europa, con un 90% de participación en ambos países. La dificultad de este método recae en fomentar el respeto de esta obligación de manera rigurosa, a menos de que se implementen sanciones duras. Además del voto directo, los últimos años en muchos países el interés por herramientas de la democracia directa ha aumentado, tales como el referéndum. Esto se encarga de otorgarle a los electores más confianza en la importancia de su voto, ya que les ofrece la posibilidad de decidir directamente sobre los temas en vez de delegarlos a representantes.
Sin embargo, para poder observar una reducción sustancial del abstencionismo en las elecciones europeas, es necesario introducir modificaciones legislativas. Tales como, facilitar la votación de europeos que residen fuera de la U.E. Como también es necesario propiciar los mecanismos necesarios para que los ciudadanos elijan directamente al presidente de la U.E., al presidente de la Comisión Europea y al presidente del Consejo Europeo. Además, se encuentra en crecimiento la postura de la movilización de múltiples partidos políticos bajo un planteamiento transnacional, bajo el cual se intenta propiciar que la campaña se centre en cuestiones europeas.
A pesar de que la abstención forma parte de los derechos legítimos de los ciudadanos y que además se comprende como un estado de opinión significativo, dentro de la unión europea representa una variación exponencial en el numero de votos, lo que produce que se intente combatir a través de procedimientos rigurosos como seria el caso de la obligatoriedad del voto -siguiendo el patrón de los países con más participación-, a lo que como respuesta de esto se sigue apostando la propiciación de la participación generalizada en los asuntos de interés publico directamente desde los poderes públicos europeos desde campañas como #estavezvoto, la cual se encarga a través de herramientas virtuales explicar a los ciudadanos europeos la importancia de su participación. Esto demuestra lo poco saludable que es decidir a través de pocos el futuro de Europa, y como la U.E. cada vez más sigue apostando en brindar herramientas para que los ciudadanos sigan ejerciendo su libre derecho al voto.
Referencias Bibliográficas:
Ottaviano, J., Ferrari, L. (2019). Cosa succede con l’astensionismo in Europa. [Link]
Montero Gilbert, J. (1983). Niveles, fluctuaciones y tendencias del abstencionismo electoral en España y Europa. [Link]
Parlamento Europeo (2018). Parlemeter 2018: taking up the challege. [Link]
International IDEA (2007). Treatise on Compared Electoral Law of Latin America. [Link]
Francesc Morata (2009). Europa y Abstencionismo, La vanguardia [Link]
Unidad de Seguimiento de la Opinión Pública (2014). Elecciones Europeas de 2014[Link]
Cristina Galindo (2019). En las elecciones europeas lo raro es votar, El País [Link]
André Blais & Filip Kostelka (2014). The decision to vote or abstein in the 2014 european elections [Link]