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EE.UU. y su salida de la OMS: ¿crisis de los organismos internacionales?

Por Rodrigo Ventura De Marco

 

La pandemia actual no solo ha puesto en vilo a la comunidad internacional, sino que también ha acelerado procesos vigentes, previos a la irrupción del COVID-19 en el escenario global. Esto se puede ver reflejado en la decisión del ejecutivo estadounidense de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a principios de julio de este año[1]. La decisión del gobierno norteamericano radicaría en la ineficacia del organismo, dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a la hora de brindar datos y recomendaciones capaces de socavar la crisis sanitaria. Anteriormente, desde el gobierno americano, se había amenazado con retirar el financiamiento y poner en juego su pertenencia si el organismo no realizaba cambios sustanciales[2]. Sin embargo, Donald Trump ha manifestado abiertamente que la OMS está siendo manipulada por China y que la pandemia ha sido responsabilidad del Estado asiático[3]. Dichas declaraciones pueden enmarcarse dentro de la contienda que ambos Estados llevan a cabo en el plano comercial y tecnológico, la cual tiene profundas implicancias en torno a la hegemonía internacional. A pesar de ello, no debe sorprendernos el accionar del jefe de estado estadounidense, ya que desde su llegada a la Casa Blanca ha dado preeminencia a acuerdos bilaterales, así como al abandono de las organizaciones internacionales como espacio de diálogo y consenso a la hora de establecer normas dentro del concierto internacional.

Puesto que Estados Unidos ha sido el creador de la OMS, y principal impulsor de diversos organismos internacionales después de 1945, su salida de la misma marca un hito dentro del sistema internacional. Esto nos lleva a preguntarnos ¿están los organismos internacionales en crisis?



Diversos teóricos plantean que los organismos internacionales carecen de independencia en relación a los Estados que los componen, así como tienen por finalidad materializar intereses estatales a través de dichas plataformas multilaterales[4]. Es por ello que, más allá del histrionismo que acarrea la figura del mandatario norteamericano, hay datos que reflejan un crecimiento exponencial en torno al financiamiento de la OMS por parte de China y su influencia en la misma. Según datos del propio organismo[5], China seria el principal colaborador a nivel económico en el periodo de 2020/21 y su contribución representaría un 12% del total del presupuesto; solo el canon brindado por EE.UU. superaría al del Estado oriental. A su vez, el financiamiento chino a la OMS se duplico, en términos porcentuales, desde 2016 y solo ha sido superado por Japón hasta el corriente año. Dichas cifras revelan la importancia que ha cobrado China para el organismo, puesto que ha pasado de ser un contribuidor minoritario en 2010[6] a ser el principal sostén económico de la organización una década después. Así mismo, en 2002, el entonces Presidente Jian Zemin planteó ante el 16vo Congreso de Partido Comunista Chino que era necesario

“[…] promover el establecimiento de un nuevo orden político y económico internacional justo y racional.”[7].

En base a esta declaración, y teniendo en cuenta el ingreso chino a organismos internacionales, tales como la Organización Mundial del Comercio, sumado al grado de compromiso demostrado por el Estado asiático en diversos foros y organizaciones multilaterales, no debemos descartar que la gran estrategia china sea similar a la estadounidense luego de la Segunda Guerra Mundial. Pero a diferencia del escenario internacional de postguerra, el contexto del nuevo milenio implicó, tal como plantean algunos analistas, que China se adapte a las normas vigentes y ascienda dentro del orden democrático liberal liderado por Estados Unidos[8].

Puesto esto, es necesario retrotraernos a la interrogante planteada anteriormente y a la salida de Estados Unidos de la OMS. Los organismos internacionales no estarán en crisis, siempre y cuando sean funcionales a los Estados que los componen. El abandono de la OMS por parte del gobierno norteamericano refleja que ya no es funcional a sus intereses, dado que en el contexto de la crisis sanitaria vigente, China ha opacado su influencia en dicho organismo. Es por ello que el accionar estadounidense es una muestra de que desde Washington no están dispuestos a ser relegados de su rol protagónico dentro del orden internacional que ellos mismos han forjado. Así mismo, la reconfiguración de poder dentro de los organismos internacionales debe entenderse en el marco de la conflagración hegemónica entre China y Estados Unidos, siendo el vencedor capaz de (re)formular un nuevo orden internacional.

[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-53329647 [2] https://www.reuters.com/article/health-coronavirus-trump-who/trump-threatens-permanent-freeze-of-who-funding-idUSFWN2D00XX [3] https://www.nytimes.com/2020/05/29/health/virus-who.html [4] Véase Brecher, M., & Harvey, F. P. (Eds.). (2009). Realism and institutionalism in international studies. University of Michigan Press. [5] https://www.who.int/about/finances-accountability/funding/2020-21_AC_Summary.pdf ; https://www.who.int/about/finances-accountability/funding/A72_R12-en.pdf?ua=1 [6] https://www.who.int/about/resources_planning/A65_29Add1-en.pdf?ua=1 [7] https://www.fmprc.gov.cn/mfa_eng/topics_665678/3698_665962/t18872.shtml [8] https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/2020-06-09/how-hegemony-ends?utm_medium=newsletters&utm_source=twofa&utm_campaign=How%20Hegemony%20Ends&utm_content=20200626&utm_term=FA%20This%20Week%20-%20112017

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