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De la Polio al COVID-19 y de África a Latinoamérica

Actualizado: 31 oct 2020

Por Brian Zini

Estudiante de Relaciones Internacionales (Universidad Torcuato Di Tella)

Comité de Geopolítica y Relaciones Internacionales

Palabras clave: Poliomielitis, COVID-19, África, Latinoamérica, OMS.

La noticia de África como región libre de polio nos trae esperanza respecto a la posibilidad de superar la pandemia de COVID-19, si trabajan juntos Estados, organismos internacionales, ONGs y ciudadanos como ilustra el caso africano. Reflexionaremos además sobre posibles escenarios futuros de integración latinoamericana al respecto.

 

En medio de la vorágine del COVID, pasó desapercibida la importante noticia para África al ser declarada libre de poliomielitis salvaje por la OMS luego de que pasaran 4 años desde el último caso en Nigeria. “Desde ahora, las futuras generaciones de niños africanos podrán vivir libres de polio salvaje”, afirmó la directora regional para África de la OMS, la doctora Matshidiso Moeti. “Para mí este es un increíble y emotivo día”, ha añadido,


“[...] uno de los grandes honores de mi vida. Este es un ejemplo de lo que podemos conseguir con la solidaridad internacional, una prueba de que las vacunas funcionan. Es un orgullo para África”.

¿Pero qué es la poliomielitis? Es una enfermedad infecciosa para la cual no hay cura cuyo agente etiológico es un virus, pero puede prevenirse mediante una vacuna, que protege al individuo para toda la vida. La polio es altamente contagiosa y afecta al sistema nervioso. El virus puede causar parálisis, a veces rápidamente, provocando diversos grados de discapacidad y en casos extremos la muerte. Por lo general, afecta a los menores de tres años, pero los adultos también pueden contraerla.

Con el uso de la vacuna descubierta en la década de 1950 la polio fue erradicada en regiones como Europa o América. La OMS recalca la importancia de que los países se mantengan alertas hasta que haya una erradicación mundial, ya que un descuido en la vacunación puede propagar la polio salvaje nuevamente.

Por ahora el virus solo se encuentra presente en Afganistán y Pakistán, regiones particularmente propensas a la expansión de enfermedades infecciosas por sus pésimas condiciones socioeconómicas y un sistema sanitario más que deficiente. Asimismo, la difícil geografía del terreno y los conflictos armados tribales dificultan la aplicación masiva de la vacuna (lo que también sucedió en su momento en África).


La relevancia de esta noticia tiene varias aristas: primero, muestra el rol clave de las vacunas para erradicar las enfermedades de origen infeccioso; segundo, el objetivo se alcanzó gracias al esfuerzo mancomunado de Estados, líderes regionales como Nelson Mandela, y organizaciones como UNICEF, Rotary Club, Fundación Bill & Melinda Gates, etc; y tercero, la vital importancia de mantener en el tiempo las campañas de inmunización masivas con el financiamiento y apoyo en el terreno necesarios, para poder enfrentar con éxito los embates contra las vacunas, adaptando la comunicación a la idiosincrasia de cada región.


Fuente: Organización Mundial de la Salud


Ahora bien, la experiencia de África eliminando la poliomielitis ilustra el éxito alcanzado gracias a la confluencia de actores públicos y privados. Pero en el caso del COVID se torna aún más complejo, debido a la carrera geopolítica por alcanzar la vacuna exitosa y la imperiosa necesidad de conseguirla lo antes posible para reabrir por completo las fronteras entre los distintos países y recuperar el crecimiento económico mundial. Es decir, hay elementos de mucha mayor tensión que en la poliomielitis, pero por detrás yace la misma lógica: una enfermedad infecciosa cuya mejor solución es la vacuna, comparada con alternativas como la inmunidad de rebaño o un tratamiento antiviral.

Respecto a este último punto, el Dr. Larry Brilliant, destacado epidemiólogo y filántropo estadounidense, y colaborador de la OMS en el desarrollo de la vacuna que erradicó por completo la viruela en 1980, sostuvo:


“Ha habido de 30 a 50 virus que han saltado de animales a seres humanos. Estamos en la era de las pandemias. Debemos entender que vivimos en el mismo mundo, los humanos, los animales y el medioambiente, y liberarnos de la ficción que somos una especie especial. Para el virus no lo somos”.

Una dosis fundamental de sentido común para estos tiempos.

El Dr. Brilliant es optimista respecto a la posibilidad de conseguir una vacuna contra la COVID: cita al Dr. Fauci resaltando la velocidad récord con la cual se está desarrollando la vacuna, cambiando lo que siempre se hizo respecto a los múltiples procesos secuenciales: pruebas de seguridad, de efectividad, y de eficiencia, y recién ahí producir la vacuna. En vez de hacerlo en secuencia, se están realizando en paralelo para acortar los plazos, con financiamiento de organizaciones privadas y/o el sector público dependiendo del país.

El apoyo del sector privado al desarrollo de la vacuna sumado al Estado es clave para la producción. Pero su aplicación masiva y estratégica, orientada primeramente a los grupos de riesgo, es una historia diferente: como lo demostró el caso de África, donde se tardó más de medio siglo en eliminarla. Para que no ocurra lo mismo con el COVID, será imperioso una aplicación inteligente de la vacuna una vez que se produzca. ¿Será la OMS la encargada o una constelación de organizaciones público-privadas de menor envergadura pero flexibles a adaptarse a la idiosincrasia de cada región?

Respecto a este interrogante, América Latina tiene un gran camino por recorrer. Siendo una de las regiones del mundo más afectadas por la pandemia del COVID, este conjunto de organizaciones articuladas con los Estados podría ser la clave para una vacunación eficiente que respete la diversidad cultural de sus diferentes regiones.

La integración de América Latina podría verse beneficiada de este acuerdo entre los sectores público y privado a través de estas organizaciones o fundaciones, que actúen como vehículos de las demandas ciudadanas para que los respectivos Estados puedan desarrollar un nuevo tipo de integración regional que tome en cuenta la salud pública como un elemento aglutinador central, respetando las heterogéneas realidades.

Fuente: Agencia EFE


Ojalá la pandemia de COVID sea una oportunidad para que los distintos gobiernos de la región dejen de lado sus diferencias político-ideológicas y puedan colaborar con empresas y otras organizaciones para conseguir una integración que sea un modelo en el mundo y que tenga como eje vertebral la salud pública.

 

El artículo se encuentra bajo licencia de Creative Commons para Estela Sur.

La organización atribuye lo expresado en el artículo a los autores del mismo.

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