*Por María Eugenia Helguero
La cumbre de la OTAN, celebrada el 11 y 12 de julio de 2018, fue el escenario de un nuevo rol protagónico de Trump. Comenzando por Alemania, todos los presentes fueron blancos de su carácter. El Presidente norteamericano atacó sistemáticamente a la Unión Europea por su escaso gasto militar y exigió un aumento del 4%. Ignorando las críticas, el 16 de julio se reunió con su par ruso, Vladimir Putin. La cumbre marcó un nuevo round entre los aliados, centrado en la defensa y el recelo por dicho encuentro.
“Son delincuentes, a mi juicio, porque Estados Unidos ha tenido que pagar por ellos”. Así se refirió Trump a sus aliados, durante un desayuno con Jeans Stoltenberg, secretario general de la OTAN, previo a la cumbre. El mandatario marcó el inicio de un nuevo round con sus pares: su principal frustración es el bajo presupuesto que destinan a la defensa. Por dicho motivo, les exigió duplicar los gastos militares del 2% al 4% del PIB.
Su demanda no parece fácil. Sólo Estados Unidos, Inglaterra, Grecia, Estonia y Letonia cumplen con el objetivo de destinar, previo al 2024, 2% de su PBI al gasto militar. Polonia, Rumania y Lituania pretenden lograrlo este año. Por su parte, el país norteamericano es el único cuyo presupuesto equivale al 4,2%, alcanzando el nuevo objetivo de su mandatario.
Las tensiones entre Trump y los líderes europeos de la OTAN son de carácter financiero: compartir la carga de los gastos ha sido un tema clave. Esto refleja que al Presidente norteamericano, la relación con sus aliados sólo le interesa en términos comerciales.
Alemania fue el principal blanco del carácter del líder de la Casa Blanca. Según él, dicho país es un “rehén de Rusia”, ya que recibe entre el 60% y el 70% de su energía. Además, redobló la apuesta cuestionando cuál es la utilidad de la OTAN si el gobierno alemán otorga miles de millones de dólares al Kremlin por gas y energía. Con dicha acusación, se refería al acuerdo entre ambos países para construir el gasoducto Nord Stream 2, el cual costará 10.000 millones de dólares.
Sin embargo, no sólo Ángela Merkel fue objeto de críticas. El presidente norteamericano utilizó la red social del pajarito para sostener que “Estados Unidos está pagando por la protección de Europa”.
Más allá de sus críticas y quejas, al final de la cumbre Trump firmó una declaración conjunta de 79 puntos, en la cual los miembros de la OTAN se comprometen a cumplir con el objetivo de aumentar su gasto militar. Además, se aprobó la creación de la Iniciativa de Preparación de la OTAN (en inglés, NATO Readiness Initiative), también denominada “Estrategia 30-30-30-30”, la cual habilitará a los miembros de la alianza transatlántica a adquirir 30 batallones terrestres, 30 escuadrones aéreos y 30 barcos de guerra en 30 días. El plan fue impulsado por Jim Mattis, Secretario de Defensa norteamericano, para evitar un ataque ruso en Europa.
A pesar de la resolución, Trump recurrió nuevamente a la red del pajarito para reforzar sus críticas a Alemania, y exigir que se cumpla con el objetivo de defensa acordado de forma inmediata. Por otro lado, el mandatario norteamericano también expresó que parece más sencillo en estos momentos dialogar con Putin, su par ruso, que con los líderes de los países miembros de la OTAN.
Y así lo hizo. El pasado lunes 16 de julio se reunió con el mandatario del Kremlin en Helsinki, Finlandia, originando la primera cumbre bilateral en medio de las tensiones entre Washington y Moscú. La ciudad finlandesa ya fue testigo del encuentro entre el líder soviético Leonid Brezhnev y el presidente norteamericano Gerald Ford, en 1975. Según un comunicado de la Casa Blanca, el objetivo del encuentro entre ambos mandatarios fue debatir la situación actual de las relaciones ruso-norteamericanas y las principales temáticas de la agenda internacional, sobre todo la seguridad.
Y otra vez, Trump dio que hablar. Luego del encuentro, durante la conferencia de prensa, defendió al Kremlin con respecto a la supuesta interferencia rusa en las elecciones presidenciales 2016 de Estados Unidos, contradiciendo a su propia agencia de inteligencia. Además, prometió que negociará con el gobierno ruso para resolver todas sus diferencias.
Luego, la oleada de críticas. La cumbre causó tal revuelo en el país norteamericano que hasta el ex Director de la CIA, John Brennan, lo calificó como “nada menos que traición”. Sin embargo, lejos de querer calmar las aguas, Trump redobló la apuesta sosteniendo que su encuentro con Putin fue mejor que el que mantuvo con los líderes de la OTAN.
Asombro. Ésa es la palabra que podría describir el sentimiento de la opinión pública. El contraste entre la manera en que el magnate norteamericano trata a los aliados tradicionales de su país y a Rusia, un gobierno que siempre se consideró opuesto, está a la vista. No sólo ya fue evidente al retirarse por Twitter del comunicado firmado en la cumbre del G7 y discutiendo con el primer ministro canadiense, sino que se reforzó aún más en su gira por Europa.
Y así, mientras Putin espera la profundización de las diferencias entre Washington y Bruselas, la OTAN afronta un desafío que no proviene de una amenaza externa, sino de quien, históricamente, fue su principal patrocinador: Estados Unidos. Sólo queda esperar si dicho país realmente romperá lazos con instituciones claves de su hegemonía, como la OTAN, o si, sólo fue otro round mediático del peculiar presidente americano. no eran buenos días para su Presidente.