*Por María Eugenia Helguero
La escalada en la guerra comercial iniciada por la administración de Trump amenaza con debilitar el orden de comercio internacional de libre comercio vigente desde 1945 en occidente y globalizada a partir de la caída del muro de Berlín. Mientras tanto, la Argentina debe estar atenta a nuevas oportunidades y desafíos ante este nuevo escenario económico.
Todo comenzó con la imposición de tarifas comerciales por parte de Estados Unidos a paneles solares y máquinas lavarropas el 22 de enero de 2018. Posteriormente se amplió el 8 de marzo para incluir productos políticamente más sensibles como el acero y el aluminio, argumentando prácticas desleales y dumping por parte de China. Inicialmente, se excluyó a aliados históricos de Washington de la lista como la Unión Europea (UE), México y Canadá pero, a diferencia de la Argentina que fue omitida de los nuevos aranceles, acabaron siendo incorporados nuevamente a la aplicación de tarifas en junio.
El objetivo principal de las medidas norteamericanas fue, y sigue siendo, China, quien respondió por primera vez el 2 de abril con la elevación de tarifas al comercio por $3 mil millones de dólares (USD) en productos norteamericanos. Lo mismo hicieron la UE por USD 7.1 mil millones, Canadá por USD 12.8 mil millones y México por USD 3 mil millones cuando fueron finalmente excluidos de las exenciones tarifarias. A esta respuesta se sumó la ampliación por parte de China de tarifas que alcanzaron la impresionante cifra de USD 50 mil millones en productos americanos, consolidando la escalada de tensiones comerciales que generó un fuerte malestar diplomático y político.
Sin señales de ninguna de las partes a dar el primer paso atrás para iniciar un proceso de normalización comercial, Trump en julio volvió a sacudir el escenario económico global anunciando la posible imposición de aranceles por la suma masiva de USD 200 mil millones en más de 10.000 productos, lo cual representa casi el 90% de la cartera comercial sino-estadounidense, según cifras del New York Times.
Los siguientes gráficos diseñados por el periódico estadounidense permiten visualizar de manera clara la implicancia que tiene el anuncio del día 10 de julio y la evolución de la guerra comercial en sí. En el primero de ellos se puede observar la evolución los aranceles establecidos por EE.UU. y el agregado de aranceles de China (rojo), la UE (amarillo), México (naranja) y Canadá (verde) a lo largo de este año.


Más allá de que se puede apreciar el tamaño sensiblemente mayor del lado de Washington, existe cierta relación de paridad entre éste y la sumatoria de las tarifas de los demás actores.
Ahora bien, el segundo gráfico nos permite ilustrar como quedaría la relación de aranceles de aprobarse las nuevas tarifas anunciadas por el presidente Trump:
Como se puede observar, las nuevas medidas de Trump superarían por un amplísimo margen las tarifas impuestas por la UE, China y México incitando a que los ataques y contraataques arancelarios desciendan en un espiral sin fin a la vista perdiendo cualquier tipo de proporcionalidad.
Adicionalmente, el conflicto comercial se desarrolla en un periodo de especial tensión con la Unión Europea debido a los desplantes hechos por el mandatario estadounidense en el encuentro de la OTAN los días 11 y 12 de este mes lo cual marca un cisma tanto económico como comercial de ambas partes, agravado aún más por el acercamiento a Putin en su encuentro bilateral en Helsinki.
Respecto de la UE, será clave el desarrollo de sus negociaciones con el Mercosur para la firma de un tratado de libre comercio que abra el mercado europeo a la Argentina, puntualmente en el sector de alimentos que produce tantas fricciones con Francia.
Es clave para Argentina mantenerse atenta ante las nuevas oportunidades que puedan surgir de la mano de este cambio de expectativas y coyuntura internacional para sacar el mayor provecho del contexto actual apostando por un desarrollo económico sostenido en el tiempo y sustentable en recursos.