Por Santiago De All
Comité de Geopolitica y Relaciones Internacionales
Palabras claves: China, Xi Jingping, Transición, Sistema Político.
Con la llegada de las elecciones de EEUU, parece que el panorama de poder político internacional puede llegar a variar. El estatus de poder interno chino es muchas veces equivocadamente juzgado como estable y poco variable. China está acercándose al XX Congreso Quinquenal del Comité Central del Partido Comunista China (PCCh) y más importante, sería el segundo congreso bajo el mando de Xi Jinping, lo que podría implicar su retiro o, contra todo pronostico, su continuidad.
Desde hace ya tres generaciones de liderazgo en el PBSC (politburo standing committee) - la sede del poder real del gobierno chino, hoy con siete miembros- se estableció implícitamente que el secretario general debe abandonar su cargo a un líder más jóven tras dos congresos generales, generalmente 10 años. Todo parece indicar que Xi desea desafiar esta regla y sostenerse en el poder.
La caracterización de la República Popular China como un simple autoritarismo esquiva gran parte de la competencia burocrática interna que existe y prolifera al interior de los altos mandos comunistas. El concepto que mejor caracteriza al régimen chino es aquél de autoritarismo fragmentado, desarrollado por el doctor en Ciencia Política, Kenneth Lieberthal. Este concepto logra conjugar el ejercicio directivo verticalista que lleva adelante el secretario general del PCCh con el muy elevado grado de competencia que existe al interior del estado. Esta competencia es más visible en una situación particular, como es el caso de los procesos sucesorios.
Xi Jinping ha enfrentado la competencia creciente a través del, como diría Ian Kershaw, “endurecimiento del sargento”: purgas generales de altos mandos, la consolidación del control sobre el PLA (People’s Liberation Army) y una campaña nacionalista y moralista-comunista rejuvenecida han sido sus modus operandi más estimulantes de aquella hipótesis que presenta al actual líder en campaña para sostenerse en el poder de forma vitalicia. No hay que esperar mucho para conocer el desarrollo de este proceso, a diferencia de las elecciones democráticas, los congresos del comité central son votaciones simplemente nominales, los candidatos del PBSC son elegidos con anterioridad. Las disputas por poder ya han iniciado y Xi enfrenta competidores no sólo externos sino también desde el interior de su propio gabinete, mismo desde el interior de aquel organismo que reúne a los siete hombres más poderosos de China.

Fuente:Zweig, D. (2015). Chinese Politics Part 1 – China and Political Science. Presentation, Universidad Científica y Tecnológica de Hong Kong
La regla implícita con respecto al tiempo que pueden permanecer en el poder los líderes del PCCh fue cumplida por las últimas 3 sucesiones de poder, desde el incidente de Tiananmen y con la salida de Zhao Ziyang, asumió el puesto número 1 del PBSC el muy adulado Jiang Zemin, aquél que pudo remover la influencia, todavía muy remanente en la elección de ministros, de Deng Xiaoping. Jiang concibió la primera sucesión totalmente pacífica al ser suplantado en 2002 por Hu Jintao quien sostuvo un poder débil y sin control del comité militar central, secretaría que mantuvo su antecesor para sostener su influencia en el poder. Hu fue suplantado 10 años después, en el año 2012, por Xi Jinping, un líder joven e hijo de viejos revolucionarios que rápidamente concentró los tres cargos de mayor importancia, la secretaría general del PCCh, la presidencia de la nación y la presidencia de la comisión militar central, es decir, el poder del partido, el estado y el ejército.[i]
Xi Jinping posee una cosmovisión que se aleja de la perspectiva “ingeniera pragmática” y que se acerca a una visión producida desde la ciencia política y con una fuerte perspectiva legalista-moralista. Diplomado en Marxismo, el líder desea buscar la consolidación del sueño moral comunista sin abandonar gran parte del modelo que hizo a China exitosa, su capitalismo estatal. Hoy proliferan los burócratas cientistas sociales, la antigua hegemonía de ingenieros ya finalizó.
Este cambio en el enfoque profesional trae consigo el modelo distintivo que desea plantear Xi: uno ya no concentrado sólo el altas tasas de crecimiento económico con sus contingentes altas tasas de corrupción sino ahora en la búsqueda de desarrollo innovador económico con un desarrollo legal independiente, es decir, mejoras en la capacidad tecnológica y en la distribución económica[ii] y el reemplazo del “rule of man” típico de la RPCh por un “rule of law” estable que abra la puerta a más capitales extranjeros.

Fuente: Xinhua
Su proyecto consiste en la transformación de China en la potencia mundial más importante para el año 2050 y así cumplir el tan añorado sueño chino, retornar el mundo a su estado natural y consolidar la milenaria centralidad económica y política de Beijing. No sólo eso, Xi es el tercer líder de la historia China contemporánea que añade un artículo con sus idearios políticos a la constitución nacional, los únicos previos fueron Mao Tse Tung y Deng Xiaoping, ambos líderes no limitados por instituciones sucesorias. La ambición y la profundidad implicadas en este proyecto pueden tener la potencia e inercia suficientes como para violar aquella ley consuetudinaria que lo desea empujar a la renuncia.
Por último, es necesario dar una perspectiva desde la filosofía política tradicional china para entender el alcance de la búsqueda de poder de Xi y la centralidad que su planteo político ocupa en la doctrina contractualista de gobierno. Cuando hablo de contractualismo no me refiero a la conformación iusnaturalista pre-liberal occidental de un contrato entre individuos y un soberano. El contrato bajo el que se somete el soberano es un contrato con el reino del tian, el cielo[iii]. El cielo sionista no es aquél metafísico de orígenes platonistas característico de la tradición judeo-cristiana.
El tian es el orden suprayacente al mundo físico, es lo que podríamos llamar, las leyes de la naturaleza. Leyes dentro de las que el soberano debe cumplir un rol determinado. El soberano debe garantizar seguridad y vida digna a aquellos que viven en su territorio, si incumple esta regla puede ser removido. Si el gobernante se vuelve un déspota embriagado de poder, puede perder el mandato del cielo, esto autoriza directamente al levantamiento en armas de los pueblos subyugados y el establecimiento de un nuevo soberano que respete los ordenamientos de los divinos antepasados. La remoción de soberanos violadores del orden del tian no es poco habitual en la historia china, las dos primeras dinastías reinantes fueron removidas bajo esta justificación y desde allí marcaron precedente. Los Xia fueron removidos por los Shang y los Shang por los Zhou.
Con este aproximamiento filosófico deseo argumentar que la búsqueda de la suma de poder público por parte de Xi Jinping viene con una serie de muy tradicionales complicaciones. Si el pueblo está descontento; el líder no logra administrar la pandemia de COVID-19 eficientemente, la economía se estanca y la desocupación prolifera, Xi puede perder toda legitimidad de gobierno. El culto a los ancestros sigue estando muy presente en la China actual, culto que sostiene el respeto ubicuo por el liderazgo del PCCh y en particular, del secretario general, siempre y cuando el despotismo y la embriaguez de poder no lleven a la ruptura del contrato con el tian.
Xi parece demostrar que buscará perpetuarse en el poder, el esquivo y estático juicio occidental acerca del funcionamiento del autoritarismo chino no debe nublar la vista de las complicaciones que esta decisión puede traer. La ambición del actual líder es ciertamente soberbia y es confrontada por muchos detractores de elevado poder. No sólo la disputa entre élites será determinante, la legitimidad frente al orden social es seguramente muy importante y frente a todos los shocks externos, está cada vez más en un equilibrio más delicado. Sólo el tiempo determinará el futuro de Xi Jinping, no hay que creer nunca que enfrenta un camino fácil.
Bibliografía
[i] Zweig, D. (2015). Chinese Politics Part 1 – China and Political Science. Presentation, Universidad Científica y Tecnológica de Hong Kong. Week 2 [ii] Rosales, O. (2019). El Sueño Chino (1st ed., pp. 77-134). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: siglo veintiuno. [iii] Hammond, K. (2014). From Yao to Mao: 5000 Years of Chinese History. Presentation, New Mexico State University.