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Alfabetización digital: de la centralización del discurso al código abierto

Actualizado: 20 sept 2022

Por Lucia Armada


Ya son más de cinco décadas desde que el internet adoptó un rol protagónico en nuestra cotidianidad. La World Wide Web permitió descubrir nuevas maneras de entender la dinámica mundial ante el masivo flujo de información. Abriendo camino a la introducción de interesantes desafíos frente a la creación de realidades que no se habían visto hasta el momento.


En la década de los setenta los intentos por contener la oleada de datos circulando en la web concluyeron en el origen de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Entendiéndolas como herramientas para el proceso, administración y distribución a través de instrumentos tecnológicos (computadoras, teléfonos). Su capacidad de facilitar el acceso inmediato a la información las ha hecho trascender ampliamente posicionándolas hoy como pilares estratégicos de la sociedad (servicios de correo electrónico, almacenamiento en la nube, comunidades virtuales). Ya no se trata solo de información estática, sino de participación activa y colaborativa por parte de los usuarios (Web 2.0).


Últimamente, encontramos que es en los servicios de red social donde la circulación de datos se concentra en mayor medida. No por nada llaman a Facebook el quinto país del mundo. Estos funcionan como plataformas digitales para el intercambio entre personas usuarias por medio de un sitio web o una app. Máxima expresión de la Web 2.0.


La interconectividad lograda por las TIC que acompañaron, y hasta a veces estimularon la globalización, muestran un proceso de amplia complejidad en su análisis. Así como lograron hacer más ágiles accesos a soluciones, también trajeron consigo controversia. Estas tecnologías son programadas, detrás de ellas yace una construcción humana que no abandona su subjetividad natural. Y muchas veces en sus usos como canales es donde ese carácter de inocencia se esconde.


Hoy los datos son poder, no es tema nuevo. La posibilidad de transaccionar datos que generan información tiene un valor y es puesto en mesas de negociación para ser comercializado. Los países basan muchas de sus políticas en esto. La agenda comienza a construirse desde abajo. “[…] la vieja brocha para pintar paredones es sustituida por los nuevos IPad: ahora no se pintan ladrillos, se pintan ‘muros’ en Facebook.”

Las TIC trajeron consigo nuevas formas de participación en la política. Permitiéndoles a los ciudadanos una vía directa a los candidatos y a estos últimos, acceso a datos de los votantes. Tal como explicaba el director digital de campaña de Trump en 2016: “Por eso ganamos. Conocíamos perfectamente a los votantes que necesitábamos convencer y los convencimos a gran escala”. La importancia de los datos lleva a posiciones de poder. Y más interesante en el caso Trump es cómo entendió a las redes (Twitter principalmente) como actores políticos en sí, no como simples herramientas. Estudió su funcionamiento, su ámbito. Con la red de ironía, burla y crudeza que constituye la personalidad de Twitter. “[…] usando recursos muy bien valorados en esta red social, como la sátira, la ridiculización y el entretenimiento, por ejemplo, con un uso extensivo de memes como herramienta política”. Accionó a través de su rol político. Fue un actor haciendo uso de otro actor.


La comunidad de jóvenes argentinos del ala liberal llevaron adelante campaña política aprovechando Twitter y sus recursos. @CheMadorni y sus seguidores tenían espacios diarios (una forma con la que se puede tener conversaciones de audio en directo en Twitter) donde invitaban a políticos reconocidos, como Aníbal Fernández o Guillermo Moreno, a debatir sobre distintos puntos de la actualidad. Esta comunidad utiliza a Twitter como actor político para empujar sus ideas.




Entender el poder de estas plataformas es imprescindible para conceptualizar el mundo de hoy. Pero más allá de su influencia en campañas esporádicas, es primordial ir a su código y distribución de sistema para una comprensión integral. Estas plataformas digitales de la Web 2.0 constan de un código cerrado y una forma centralizada.

Internet está dominado por compañías que prestan servicios a cambio de datos para ser comercializados. La centralización de las plataformas reside en que todos los usuarios están conectados a una autoridad que maneja su información. Estos datos se obtienen debido a la falta de alfabetización digital de los usuarios en cuanto a los contratos inteligentes y el "acepto todos los términos" como creencia de una única alternativa. Gracias al poder que el usuario le otorga a la autoridad central, esta logra tener la última palabra, y así censurar y hasta obligar la coordinación entre los participantes al exigir actualizaciones de protocolo. La participación en la plataforma está regulada. Y al ser de código cerrado no es público, no es posible analizar qué hace o deja de hacer el programa, por lo que muchas veces hay problemas relacionados con la privacidad y la seguridad. La confianza que depositamos en estas plataformas se ve cada vez más quebrantada.


Cuando a Trump le cerraron su cuenta de Twitter se movió a Parler buscando nuevas plataformas para su comunidad. Pero esta aplicación seguía estando escrita en código cerrado y paso siguiente Apple y Amazon decidieron dejar a Parler sin servicio de alojamiento web porque se negaba a retirar publicaciones en que según estos dos grandes detentadores de poder, se incitaba a la violencia.

Muchos están virando a plataformas sociales descentralizadas y de código abierto. Se tiende a una deplatformation, irse de estas plataformas Web 2.0 para caer en un modelo trustless ya que con la trasparencia y seguridad de la tecnología del blockchain no es necesario basar el intercambio en la confianza. Aplicaciones descentralizadas a las que todo el mundo puede acceder. Este tipo horizontal de control permite la no censura dado que la información tiene muchas formas de propagarse a través de la red. Basándonos en la inmutabilidad de la Web 3.0 y del peer-to-peer muchos pioneros se sienten hoy seguros en estas plataformas. Hoy Aether a lo que es Reddit, Session a lo que es WhatsApp.


Lograr usuarios alfabetizados en lo digital no solo consta en el buen uso de los artefactos tecnológicos y de las plataformas. El éxito reside en ir más allá del hardware y del software entendiéndolos como productos de generación humana. Alfabetizar en la mirada crítica de lo que se presenta a disposición de un clic es el real desafío de estos tiempos. Ivoskus entendía que el excluido digital era aquel que no sabía usar las herramientas disponibles, y hoy estamos yendo hacia una exclusión del pensamiento crítico sobre estos nuevos actores sociopolíticos.

Lucía Armada


Fuentes


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