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20M: Abstención, Fraude e Incertidumbre

*Por María Eugenia Helguero

El domingo pasado, se celebró la elección más controversial y esperada por la región. Venezuela llamó a las urnas y tuvo como resultado uno de los porcentajes de abstención más altos de su historia.

Hiperinflación. Escasez de alimentos. Falta de medicinas. Inseguridad. Evidente fraude. El escenario electoral se encontró con una sociedad dividida entre resignarse en sus hogares o defender sus derechos en las urnas.

Maduro consiguió la reelección en medio de dos opuestos: quienes se animaron a enfrentarlo y aquellos que con el abstencionismo pretendieron mostrar su ilegitimidad.

Al final, tuvo oposición. Tres venezolanos son los que le brindaron pelea: Henri Falcón, del partido Avanzada Progresista, Javier Bertucci, por El Cambio y Reinaldo Quijada, de Unión Popular 89. Maduro logró obtener 5.823.728 votos, seguido por Falcón, con 1.820.552. En tercer lugar, Bertucci y finalmente Quijada

Lejos de disolverse, el conflicto no quedó atrás. La oposición venezolana ya desconoce los resultados del domingo y exige que el proceso se repita en octubre. La comunidad internacional se encuentra divida. Por un lado, desde Washington, ya se reiteró que tampoco se acatarán. Argentina también desconoció la legitimidad del proceso electoral y sus resultados, al no considerarlos ni justos ni transparentes. Además, decidió reducir las relaciones diplomáticas con el país. Costa Rica y Panamá optaron por el mismo camino. Por otro lado, China pidió respeto por la decisión del pueblo. Bolivia y El Salvador reconocieron el triunfo y felicitaron al mandatario.

Un recorrido por el camino previo al 20 de mayo, evidencia el manejo poco claro que el Gobierno ha tenido y los vaivenes que generó en esta elección. En primer lugar, La Fecha. En enero, el Consejo Nacional Electoral fijó los comicios para el 22 de abril. Dos meses después, se establecieron el 20 de mayo, debido a que la oposición y la comunidad internacional habían cuestionado la corta campaña electoral.

Segundo, La Oposición. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), coalición de partidos que históricamente aglutinó a los opositores de Chávez, anunció en febrero su retiro de las urnas, al considerar que no existían condiciones de transparencia. En enero, el Tribunal Supremo, controlado por el Gobierno, excluyó a la alianza opositora del proceso de validación de boletas, al ser una agrupación de partidos políticos ya renovados que sólo podían participar con un carácter nacional. Un mes después, la MUD anunció su retiro. Esta opinión fue compartida por la mayoría de los países de la comunidad internacional, como Estados Unidos, la Unión Europea y Argentina misma.

Falcón es quien marcó otro giro. Su decisión, como miembro de la alianza, de no acatar lo acordado lo convirtió en el principal ex chavista que pretendía derrotar a Maduro. El candidato fue un histórico seguidor de Hugo Chávez, participando en la redacción de la Constitución de 1999 y siendo gobernador por el partido. Su vínculo con el Chavismo se fracturó en 2010 por su oposición al intento de expropiación de una fábrica de la ciudad de Barquisimeto, de la cual era alcalde. Su dualidad histórica ha sido criticada tanto por Maduro como por la oposición. Frente a esto, se defiende afirmando que “en algún momento, el 70%  del país fue chavista”.

Y tercero, La Abstención. Únicamente 8,6 de los 20 millones inscriptos en el censo acudieron a las urnas. Este porcentaje, uno de los más bajos de la historia, refleja la falta de confianza y el desencanto de los venezolanos. La baja participación electoral también es un éxito por parte de la oposición que alentó a no concurrir a las urnas. Si bien Maduro presumió sobre los resultados, sólo corresponden al 29% del padrón, lo que muestra la victoria más ajustada del chavismo en 20 años.

Mientras tanto… La sociedad

En medio de las inconstancias del proceso electoral y la incertidumbre sobre el futuro, los venezolanos continúan sumergidos en una de las peores crisis económicas y sociales de su historia.

Un análisis de la empresa de investigación para el área Andina y Centroamérica, Datanalisis, demuestra que “desesperanza” es el sentimiento más común entre los ciudadanos. 8 de cada 10 venezolanos afirma que su situación económica empeora día a día y que sus perspectivas futuras carecen de aliento. El 69% declaró sentirse desilusionado o desesperado.

¿Y ahora qué?

Durante la campaña electoral, Argentina, Brasil, México, Colombia, Chile, Guatemala, Panamá, Honduras, Paraguay, Guyana, Perú, Santa Lucía y Canadá declararon que desconocerían los resultados. Estados Unidos y la Unión Europea amenazaron con imponer más sanciones. Ésta última insistió en la suspensión de las elecciones debido a la falta de condiciones transparentes. En marzo, la Eurocámara aprobó una resolución de rechazo por falta de garantías. La ONU, por su parte, declaró que no enviaría observadores internacionales, y Antonio Guterres, Secretario General, aseguró que no contaban con la potestad para hacerlo. Después del 20M, la reacción fue generalizada. El Grupo de Lima, anunció el llamado a consultas a sus embajadores en el país debido a las irregularidades del proceso En la reunión de cancilleres del G20 los ministros de Argentina, Canadá, Australia, Chile, Estados Unidos y México alertaron de que no reconocerán el resultado de los comicios y plantearon la necesidad de llevar adelante sanciones económicas y financieras contra el régimen de Nicolás Maduro. Además, se presentará ante la Organización de Estados Americanos (OEA) una resolución para otorgar asistencia humanitaria frente a la crisis y quitar el otorgamiento de préstamos financieros. El Presidente español, Mariano Rajoy, anunció que comenzarán a evaluarse medidas debido al no respeto por los estándares democráticos.

Las elecciones no parecieran haber servido ni para mejorar el panorama político ni para dar una respuesta a la sociedad ante la crisis. Son el  fruto de una autoridad ilegítima y una Asamblea Nacional inexistente. Un simulacro electoral donde el pueblo venezolano es la única víctima y su futuro sigue siendo una incógnita.

Esperanza en la comunidad internacional, paciencia o movilización. Resignación o lucha por unas elecciones justas. ¿Será ese el dilema para el rescate de la Democracia?

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